jueves, 14 de abril de 2016

Javier debe esperar 6 meses para que le den el certificado de discapacidad desde su accidente en diciembre

Javier sufrió el pasado mes de diciembre un accidente en bicicleta. El joven de 20 años quedó desde entonces en silla de ruedas. Una lesión permanente que diagnosticaron los médicos rápido. Desde entonces Javier y su familia están aprendiendo a convivir en esta nueva vida. El problema es que la Diputación rechaza conceder por ahora la minusvalía al joven.

Desde Bienestar Social aseguran que es necesario esperar seis meses para conceder el diagnóstico definitivo al joven, pese a que los médicos de Osakidetza ya han asegurado que deberá acostumbrarse a estar en silla de ruedas.'
Durante varios meses el joven, que vive en Navaridas (Rioja Alavesa) pero estudiaba un grado en Vitoria, ha realizado la rehabilitación en el hospital de Cruces. Allí le garantizaron que iba a obtener el certificado, pero los problemas han llegado, una vez más, en la burocracia. El 25 de enero entregó los papeles en la Diputación para poder contar con facilidades para moverse en su nueva vida.
El accidente se produjo el 29 de diciembre. Por eso hasta el 30 de junio no tenía cita con la Diputación. Ahora, tras reclamar, han conseguido que la Diputación les atienda antes: ¡un día antes! Y el riesgo que ve María Jesús es que, posteriormente, el plazo de valoración final puede prolongarse otros tres meses.
Yo no estoy pidiendo dinero, sino sólo un papel para que mi hijo pueda seguir con su vida“. María Jesús lamenta que, en este caso, la burocracia esté por encima de los derechos y de la lógica.  Un limbo legal que se produce precisamente en el periodo que más ayuda necesita una persona tras un accidente: el periodo de adaptación.
  • Certificado necesario
Javier necesita el coche para poder desplazarse y seguir estudiando, pero para que esté adaptado y él pueda conducirlo necesita el certificado foral. Acude a entrenar con Zuzenak, pero no puede jugar por no ser discapacitado. Tampoco puede tener por ahora acceso a las plazas reservadas en los colegios a personas con discapacidad por no contar con ellas.  También lo necesitan para poder pedir un piso adaptado o para que se les aplique el IVA del 4% en aquellos instrumentos necesarios para su vida.
María Jesús lamenta también que ninguno de los autobuses de Álava Bus que recorren Rioja Alavesa están adaptados, como tampoco lo están las piscinas del entorno de Navaridas. En su vivienda, gracias a que su padre trabaja en una constructora, ya han conseguido adaptar las estancias. Y sus amigos le ayudan cada semana a moverse por el pueblo, llevándole incluso en volandas cuando es necesario, como en los ensayos de la Banda de Elciego. Pero, por ahora, la burocracia no entiende de necesidades.

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