La madrugada del 6 de diciembre de 2005 la ilusión invadió nuestros sueños, acaba de romper aguas y nerviosa me daba una ducha para prepararme para la mayor aventura de mi vida. Con energía, positividad, alegría afrontaba el parto, daba ánimos a mi marido a pesar de encontrarme realmente mal, supuse que era normal pues ¡estaba de parto! No sabía que algo se me estaba escapando de las manos a mi y a ellos. Una serie de circunstancias hicieron que el mejor momento de mi vida se convertiría en algo doloroso y triste, pero que más adelante me enseñaría la lección más importante que nadie me podría enseñar jamás.
Al principio todo resultó caótico, el dolor, la rabia , la frustración se apoderó de nosotros, era difícil de entender cómo un niño sano de repente ya no lo era y como debíamos de preparamos en ser padres de un niño con parálisis cerebral. Lo que Noel nos ha enseñado no está en los libros, no se puede estudiar, nos ha enseñado a amar la vida por encima de todo, a apreciar pequeñas cosas casi inapreciables, a sonreír siempre, a aceptar a todos tal y como son y a conocer la verdadera compasión humana. Su sonrisa y su cariño nos impulsa cada día a seguir luchando por él porque nos ha dado todo, todo y más de lo que podríamos imaginar. Gracias Noel
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