lunes, 9 de noviembre de 2015

Hola hijo mío,



Siéntate a mi lado, aqui cerquita mío...
Tú no te acuerdas de lo que te voy a contar. Eras muy pequeñito. Tan pequeño y tan grande a la vez.
Me encantaría que pudieses recordar aquellos años. Para darnos una lección a los mayores. Para explicarnos como se lucha día tras día, sin tener la certeza de conseguir nada. Simplemente porque tenías que seguir adelante.
Fue impresionante vivir esos momentos a tu lado. También fue duro, ver a tu hijo intentar una y otra vez, tantas cosas, tantas veces...
Y yo, que sólo podía acompañarte en tu batalla,te sujetaba la espada, te daba agua para reponerte, te acomodaba en la cama cuando caías rendido.
Me encantaría que pudieses recordar aquellos años...
Para decirme qué se siente. Qué se pasa por la cabeza de un niño al que su cuerpo no le hace caso.
Me encantaría que pudieses recordar aquellos años...
Para contarme qué se siente al conseguir vencer. Qué sensación recorría tu cuerpo al poder ponerte en pie. Al poder subirte a una silla, al lograr por fin abrir un cajón...
Me encantaría que pudieses recordar aquellos años...
Para que me dijeras si te quisimos lo suficiente. Si te apoyamos, si alguna vez te fallamos. Para saber si supimos darte todo lo que nos pedías con la mirada.
Y me encantaría que pudieses recordar aquellos años...
Para que juntos reescribiéramos este diario. Con mis recuerdos y con los tuyos. Con mis risas y las tuyas. Con mis sueños y los tuyos. Con esas lágrimas que cayeron y las que quedaron dormidas...
Me encantaría que pudieses recordarlo todo, pero por si acaso... yo sigo escribiendo nuestra vida en este diario.
Para que alguien, si lee tu historia, te recuerde siempre.

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