Con motivo del Día mundial de la parálisis cerebral, discapacidad que padecemos casi todos los usuarios de los centros de APAMP, vamos a dar lectura a un texto reivindicativo sobre nuestra problemática de inclusión escolar y educativa.
Esto lo haremos no sin antes contaros dos anécdotas significativas al respecto:
Una ocurrió hará 30 años, cuando yo, Pilar Álvarez, acababa de cursar COU. Pues bien, mi padre, que era una persona bien nacida y por lo tanto agradecida, fue a hablar con el director del instituto donde estudié BUP y COU, con media de notable, para preguntarle en que medio público deseaba que le diera las gracias por haberme admitido como alumna de sus aulas, a lo cual este le respondió: “No, por favor, señor, no haga eso que se nos llena el instituto de cojos”.
Yo, José Varela también tengo algo que contar. En una ocasión, siendo un niño, la profesora nos mandó dibujar el mapa de Europa. Todos sabemos este mapa es muy difícil de hacer y si a eso añadimos que soy paralítico cerebral, imaginaros el churro que me salió.
La profesora en lugar de llamarme a parte para corregirme, no se le ocurrió otra idea que enseñarle lo que había hecho al resto de mis compañeros para que se rieran de mí.
En ese momento, deseé que me tragara la tierra, pues nunca en mi vida sentí tanta vergüenza y tanta humillación, pienso que fue el peor momento de mi vida escolar.
La profesora en lugar de llamarme a parte para corregirme, no se le ocurrió otra idea que enseñarle lo que había hecho al resto de mis compañeros para que se rieran de mí.
En ese momento, deseé que me tragara la tierra, pues nunca en mi vida sentí tanta vergüenza y tanta humillación, pienso que fue el peor momento de mi vida escolar.
JOSE VARELA Y PILI ÁLVAREZ
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