A. GONZÁLEZ VERA GRANADA | ACTUALIZADO 03.11.2015 - 01:00
Las rampas de los autobuses urbanos de Granada se han convertido en la china en el zapato de la empresa de transportes Rober y, por ende, del Ayuntamiento de Granada que anda dándole vueltas desde hace años a la solución a un problema que no termina de resolver. El rosario de quejas por parte de los usuarios estalló allá por el año 2012, cuando la oficina del Defensor del Ciudadano recogió más de 20 denuncias por este asunto. Entonces el Ayuntamiento inició revisiones en los vehículos todas las mañanas para impedir que los autobuses circularan con rampas defectuosas, pero la sensibilidad de las rampas es tal, que el problema sigue ahí tres años después.
El área de Movilidad estima que cada día unas 15 personas con movilidad reducida solicitan este servicio en alguno de los autobuses que recorren la ciudad. Según los datos que maneja el área en 862 ocasiones se produjeron fallos este año a la hora de desplegar las rampas. El porcentaje no es demasiado elevado (17,4%) teniendo en cuenta que en lo que va de 2015 se han registrado 4.945 solicitudes de rampas. Claro que un solo fallo en el sistema supone un complicado revés en el quehacer diario de una persona con movilidad reducida, obligada a iniciar un tortuoso periplo para llegar a su lugar de destino.
Consciente de las molestias que esta situación provocaba en los usuarios, la empresa de transportes Rober decidió en 2013 pagar un taxi a aquellas personas 'damnificadas' por el mal funcionamiento de las rampas de sus autobuses urbanos y facilitarles así sus desplazamientos. De las 862 veces que las rampas fallaron, 292 los usuarios optaron por solicitar el servicio de taxi, una opción cuyo coste corre íntegramente del bolsillo de Rober. En caso de no solicitar el taxi la vicisitud se resuelve esperando a otro autobús o recurriendo a la buena voluntad de otros usuarios o del propio conductor que casi siempre echan una mano.
Pero ¿por qué fallan tanto las rampas? Según explican los técnicos del área las rampas están compuestas de elementos electrónicos y su situación en los autobuses hacen que se vean afectadas con mucha facilidad por golpes, irregularidades en la calzada o en las aceras, polvo, suciedad... Algunas averías resultan por no poder apoyar la rampa sobre la acera, suele salir bien pero una vez que el usuario ha entrado, no se puede recoger. El 70% de los fallos son debidos a errores electrónicos, el 20% a irregularidades de calzada y acera y un 10% al desconocimiento del mecanismo de la rampa por parte del conductor.
Ante este cúmulo de infortunios el Ayuntamiento de Granada está planteando la posibilidad de instalar rampas manuales en los autobuses dada su mayor resistencia, una opción que es rechazada frontalmente por los conductores del servicio.
La legislación en España obliga a que las rampas sean motorizadas. Sí existe la posibilidad de que sean dobles (automáticas y además manuales) pero parece ser que no pueden ser solo manuales. Esto impide que sobre la flota actual sea técnicamente imposible hacer esta instalación. Sí se puede plantear que sean rampas dobles en las siguientes adquisiciones de autobuses y hay que tener en cuenta que en los microbuses no todos los fabricantes proporcionan dicha posibilidad.
La medida no supondría una demora significativa en las frecuencias, según explican desde el área, al problema radica en quién actuaría sobre la rampa manual. Los conductores no tienen obligación de hacerlo puesto que se generarían problemas adicionales de seguridad.
"Los conductores rechazamos totalmente esta medida. Ya lo intentaron hacer hace unos 8 años y nos opusimos. Esto significa bajar de la cabina, decirle a los viajeros que se aparten, abrir la puerta, cerrarla subirte a la cabina y volver a repetir el procedimiento cuando el viajero llega al destino", apunta el presidente del comité de empresa Francisco Barranco, quien cree que el problema se solucionaría con un mantenimiento de las rampas más exhaustivo. "Somos los primeros en luchar por la accesibilidad pero esto se soluciona con más mantenimiento", comenta.
El área de Movilidad estima que cada día unas 15 personas con movilidad reducida solicitan este servicio en alguno de los autobuses que recorren la ciudad. Según los datos que maneja el área en 862 ocasiones se produjeron fallos este año a la hora de desplegar las rampas. El porcentaje no es demasiado elevado (17,4%) teniendo en cuenta que en lo que va de 2015 se han registrado 4.945 solicitudes de rampas. Claro que un solo fallo en el sistema supone un complicado revés en el quehacer diario de una persona con movilidad reducida, obligada a iniciar un tortuoso periplo para llegar a su lugar de destino.
Consciente de las molestias que esta situación provocaba en los usuarios, la empresa de transportes Rober decidió en 2013 pagar un taxi a aquellas personas 'damnificadas' por el mal funcionamiento de las rampas de sus autobuses urbanos y facilitarles así sus desplazamientos. De las 862 veces que las rampas fallaron, 292 los usuarios optaron por solicitar el servicio de taxi, una opción cuyo coste corre íntegramente del bolsillo de Rober. En caso de no solicitar el taxi la vicisitud se resuelve esperando a otro autobús o recurriendo a la buena voluntad de otros usuarios o del propio conductor que casi siempre echan una mano.
Pero ¿por qué fallan tanto las rampas? Según explican los técnicos del área las rampas están compuestas de elementos electrónicos y su situación en los autobuses hacen que se vean afectadas con mucha facilidad por golpes, irregularidades en la calzada o en las aceras, polvo, suciedad... Algunas averías resultan por no poder apoyar la rampa sobre la acera, suele salir bien pero una vez que el usuario ha entrado, no se puede recoger. El 70% de los fallos son debidos a errores electrónicos, el 20% a irregularidades de calzada y acera y un 10% al desconocimiento del mecanismo de la rampa por parte del conductor.
Ante este cúmulo de infortunios el Ayuntamiento de Granada está planteando la posibilidad de instalar rampas manuales en los autobuses dada su mayor resistencia, una opción que es rechazada frontalmente por los conductores del servicio.
La legislación en España obliga a que las rampas sean motorizadas. Sí existe la posibilidad de que sean dobles (automáticas y además manuales) pero parece ser que no pueden ser solo manuales. Esto impide que sobre la flota actual sea técnicamente imposible hacer esta instalación. Sí se puede plantear que sean rampas dobles en las siguientes adquisiciones de autobuses y hay que tener en cuenta que en los microbuses no todos los fabricantes proporcionan dicha posibilidad.
La medida no supondría una demora significativa en las frecuencias, según explican desde el área, al problema radica en quién actuaría sobre la rampa manual. Los conductores no tienen obligación de hacerlo puesto que se generarían problemas adicionales de seguridad.
"Los conductores rechazamos totalmente esta medida. Ya lo intentaron hacer hace unos 8 años y nos opusimos. Esto significa bajar de la cabina, decirle a los viajeros que se aparten, abrir la puerta, cerrarla subirte a la cabina y volver a repetir el procedimiento cuando el viajero llega al destino", apunta el presidente del comité de empresa Francisco Barranco, quien cree que el problema se solucionaría con un mantenimiento de las rampas más exhaustivo. "Somos los primeros en luchar por la accesibilidad pero esto se soluciona con más mantenimiento", comenta.
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