Soy una ilusa. Pensé que cuando su historia se divulgara por televisión, en la Generalitat valenciana se sonrojarían y rápidamente reaccionarían
Axel tiene 12 años. Maneja la silla con increíble soltura desde la mano izquierda, prácticamente la única parte de su cuerpo que tiene movilidad. Una atrofia muscular degenerativa fue la segunda noticia que sus padres recibieron aquel 4 de febrero en el que nació. La primera, la importante, la deseada, fue que Axel llegaba. Y hoy su madre Rachel se emociona al contar que Axel adora la astronomía y que el martes sacó un 9,5 en un examen de Ciencias Naturales.
Me pasa al teléfono con él para que me lo cuente en persona. Él se ríe y me dice que le interesa todo lo que tenga que ver con el universo. Y me quedo pensando si Axel ha huido a las estrellas para escapar de quienes aquí le dan la espalda. En su caso es la Administración.
Axel, según me cuenta su madre, tiene reconocido un grado de dependencia del 75 por ciento por la Generalitat valenciana y tiene derecho a un educador para las horas que pasa en el instituto al que va en la localidad de Sueca.Pero el educador no llega. Y Axello necesita. Un educador es lo que le permitiría ir al baño, lo que le permite entrar en clase y salir, abrir una puerta, entregar un examen o sacar los folios de su carpeta. Las cosas más básicas. Ningún capricho. Ahora mismo son sus compañeros y los profesores quienes están haciendo esa labor.
Axel lleva una mochila gris colgada en la parte trasera de su silla eléctrica. La primera vez que le vi aparecía en unas imágenes junto a su madre en el programa Al Rojo Vivo de La Sexta. Ella contaba que está en paro y que además de Axel tiene que mantener a su otra hija, de 5 años. Soy una ilusa. Pensé que cuando su historia se divulgara por televisión, en la Generalitat valenciana se sonrojarían y rápidamente reaccionarían. Pero no lo han hecho.
Buenas y malas noticias
El jueves por la noche Rachel me mandó un mensaje de madrugada diciendo que tenía buenas noticias. Ayer a primera hora la llamé y, emocionada, me contaba que, aunque no se lo habían comunicado oficialmente, les habían asignado por fin un educador.
Pero la desagradable sorpresa llegó a media mañana. Los servicios sociales de la Generalitat valenciana se pusieron en contacto con ella para decirle que tendrán un educador, pero que no cubrirá la jornada completa. Solo será de 8 a 11.30 de la mañana. Así queAxel no podrá satisfacer sus necesidades más básicas a partir de esa hora.
Rachel se siente ahora engañada. Y escuchándola me acuerdo del presidente de su gobierno, Alberto Fabra, diciendo hace unos días aquello de «estamos mejor que hace tres años». Y a continuación se me aparece otra frase. La de Rachel en Al Rojo Vivo: «Nos han recortado casi hasta el derecho a respirar». Unas frases que retumban durante horas... durante días.
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