miércoles, 2 de marzo de 2016

Discriminados por ir con perro guía: "Es mis ojos, mi guía mi sombra, mi luz"

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Patricia Carrascal no sabe muy bien qué decir cuando le preguntan qué significa para ella Brilyn, la hembra de golden retriever que desde hace seis años la acompaña allá donde va. “Es mis ojos. Mi guía. Mi sombra. Mi luz”, asegura. Ella es una de las cerca de 1.060 personas ciegas que utilizan perros guía en España y que en los últimos días han recibido el apoyo de buena parte de la sociedad. El debate se ha reabierto después de que una mujer fuera agredida con un bate de béisbol por entrar con el animal en una tienda de alimentación regentada por ciudadanos asiáticos en Madrid.
Y eso a pesar de que las leyes permiten a los perros guía entrar en prácticamente cualquier lugar, salvo excepciones como quirófanos o las UCI de los hospitales. Las personas ciegas admiten que la sociedad está cada vez más sensibilizada con el tema y que, por eso, no suelen tener problemas para acceder con los animales a cualquier parte. Pero advierten de que aún queda mucho trabajo por hacer.
Patricia lo sabe bien porque hace unos años tuvo lo que ella llama una “situación desagradable”, la única que ha tenido hasta ahora. Sucedió en una sala de espera del Hospital Clínico de Valladolid, donde un vigilante le pidió que sacara al perro porque, según afirmaba, iba contra la normativa del centro. Si no estaba de acuerdo, le dijo, tendría que poner una denuncia. Patricia lo hizo, la Junta de Castilla y León abrió una sanción administrativa al hospital y el gerente tuvo que rectificar. “Es muy frustrante tener que pelearte por un derecho que para cualquier persona es básico, como es acudir a un médico”, lamenta.
CON EL TAXI HEMOS TOPADO
Matilde Gómez, directora de la Fundación ONCE del Perro Guía, asegura que los problemas que suele haber en algunos sectores desaparecen cuando se explica que la ley da cobertura al animal. “El número de denuncias de personas ciegas que nos llega a nosotros no es importante. Podemos estar hablando de unas 15 el año pasado”, apunta. Dice que en el día a día no es habitual tener ninguna “situación desagradable”, pero admite que donde encuentran las mayores trabas es en “establecimientos asiáticos” y en el sector del taxi. “Muchas veces entienden que es un entorno privado, pero claro, es de uso público y tenemos todos los derechos”, subraya.
“Muchas veces, cuando alguien nos acompaña, nos dice que el taxi pasa de largo cuando nos ve con el perro
De esto último da fe Silvia Monzón, vicepresidenta de la Asociación de Usuarios de Perros Guía de Canarias. “Nos dicen que tienen miedo de que ensuciemos la tapicería con el pelo. Alguna vez argumentan que tienen alergia, pero luego sigues en la conversación y no es alergia, sino una excusa”, denuncia a la vez que se queja de que están en “desventaja” con los taxistas: “Muchas veces, cuando alguien nos acompaña, nos dice que el taxi pasa de largo cuando nos ve con el perro. Y no tenemos la ocasión de tomar nota de matrícula ni nada para presentar una denuncia”.
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perro gui
Perros guía, durante su crianza.
Silvia da un ejemplo muy descriptivo de las reticencias que aún encuentran en algunos sectores. Dice que hace unos meses organizaron en Tenerife una actividad para usuarios de perros guía para la que contrataron a una empresa de autobuses. Afirma que el conductor se “tomó mal” que los perros fueran en el vehículo e incluso habló “de malas maneras a los usuarios”.
“Al final accedió, pero haciéndonos pasar un mal rato. Una actividad lúdica se convirtió en algo desagradable”. En otra ocasión, recuerda, no les dijeron que no subieran, pero el conductor exclamo: “¡Hala! Ahora se llena la tapicería de pelos’… Indirectas que uno traga pero que te hacen sentir incómodo”.
"SI NO QUIEREN A MI PERRA, TAMPOCO ME QUIEREN A MÍ"
Como la ley protege al usuario del perro guía, quien impide la entrada a las personas ciegas se expone a una sanción. Matilde Gómez, de la Fundación ONCE del Perro Guía, explica que, ante un problema, se debe tratar de hacer razonar a la persona que está impidiendo el acceso. Para ello, recomienda llevar siempre encima la ley. Si ni aun así consiguen convencerle, aconseja llamar al responsable del establecimiento y, si persiste en la negativa, pedir la hoja de reclamaciones. “Si no nos la dan, o si tenemos problemas para poderlas cumplimentar, debemos pasar a reclamar la presencia de la policía local, que puede hacer ver a la otra persona que está incumpliendo una ley que puede llevar consigo una sanción importante”, añade.
"Nada más vernos con el perro guía, el dueño nos dijo que no nos enseñaba la casa"
Otras veces, las personas ciegas prefieren dejar pasar la situación. Patricia Carrascal recuerda que en alguna ocasión, al buscar piso de alquiler, el dueño se ha negado a enseñarles la casa al ver al perro guía argumentando que no quería meter animales en la vivienda. Otros, dice, se excusan en que en la comunidad no los admiten. “No deberían negarse. Pero ¿qué vas a hacer? A mí no me gusta entrar por la fuerza allí donde no soy bien recibida. Y en estos casos, si no quieren a mi perra, tampoco me quieren a mí”, zanja.
Los usuarios de perros guía recuerdan que los animales son muy tranquilos, que a menudo nadie se entera de que están ahí hasta que se van, y subrayan que también tienen obligaciones que cumplir. "Por ejemplo, hay que hacer una analítica al perro semestral para verificar que está libre de enfermedades que pueden ser transmisibles al humano, tiene que estar desparasitado interna y externamente, tiene que estar limpio, cepillado, vacunado anualmente…” explica Silvia Monzón.
Luego, está en la mano de cada usuario ir con el perro a determinados lugares o no. Por ejemplo, Patricia Carrascal explica que hay lugares donde “por comodidad de todos o por sentido común”, no llevaría al animal aunque la ley se lo permite. “Por ejemplo, a una piscina comunitaria, al zoológico o a una discoteca. Pero no lo haría porque supone más estrés para el animal que otra cosa”. Convivir para poder avanzar.

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