ENRIQUE RIVAS DÍAZ
17/01/2014
La desafección ciudadana que existe hacia los políticos, donde una gran mayoría de ciudadanos de distintas ideologías coincidimos, no es de extrañar en los tiempos que vivimos, más si cabe, cuando algunos de estos dirigentes se lo están ganando a pulso.
Se podrían poner muchos ejemplos y muy variopintos sobre ello, pero en esta ocasión solamente haré referencia a un caso donde se demuestra la indignidad, falta de humanidad e hipocresía de alguien que ostenta el cargo público de presidenta autonómica.
El pasado día 15 de enero se llevo a cabo un acto benéfico en Toledo, cuyo único fin era recaudar fondos para que dos niños toledanos tuvieran la oportunidad de luchar contra su grave enfermedad. Un acto que demostró la solidaridad de las personas, entre ellas, artistas, asociaciones, medios de comunicación, dirigentes políticos de distintos partidos, diversas entidades, ciudadanos y la plataforma en defensa de la Ley de Dependencia en Castilla la Mancha. Un evento donde se consiguió que la esperanza de estos dos niños se pueda convertir en una realidad. Una realidad que no es otra que sobrevivir. Si, porque aquí estamos hablando de la vida de dos niños.
Todos sabemos, al menos eso se nos vende, de la apretada agenda política de algunos de nuestros dirigentes. Hasta tal punto, que algunas veces los vemos en actos donde no falta una copa de buen vino o un buen canapé. Incluso en alguno de ellos se nos cuentan historias para no dormir donde los simulacros en diferido empiezan a hacerse hueco en sus discursos y, sin duda alguna, en sus actuaciones.
Respetando, como no podría ser de otra forma, la agenda de nuestros dirigentes, y haciendo referencia a este acto en Toledo donde no tuvimos la gracia divina de tener la presencia de la presidenta autonómica, Dolores de Cospedal, me pregunto: "¿puede haber algo más importante en la agenda de nuestra presidenta que el estar al lado de unos niños que se están jugando la vida y que son de la región que ella preside?". Creo que la respuesta es tan obvia que sobra cualquier comentario al respecto.
Aun así, la secretaria del PP , que es realmente por lo que se desvive, se ha perdido el experimentar distintas sensaciones. La primera, la satisfacción de estar al lado de la gente de su región, más si cabe, en un caso como este. La segunda, el aprendizaje de que un hecho vale más que mil palabras, ya que la mantilla y la peineta están muy bien para el día del Corpus, pero que este paseillo no tiene ni punto de comparación con el haber estado apoyando a estos dos niños. La tercera, seguramente la que más regocijo la hubiera causado, que en este acto se la hubiera dejado hablar la primera y, con ello, se hubiera ahorrado la pataleta de una niña pija. Y la cuarta, sin duda alguna la más importante, el poder haber mirado a los ojos a estos niños y sus familiares y decirles que su presidenta estaba allí para lo que hiciera falta.
Pero esto que a primera vista parece algo tan básico y, como dirían algunos, de primero de primaria, se está convirtiendo en una utopía. Algo que cada vez más, y no solo por este tipo de situaciones, está llevando a la ciudadanía a una desafección totalmente justificada. Lo que no es una utopía, ni siquiera demagogia, es el afirmar tal y como dijo Gandhi:
La desafección ciudadana que existe hacia los políticos, donde una gran mayoría de ciudadanos de distintas ideologías coincidimos, no es de extrañar en los tiempos que vivimos, más si cabe, cuando algunos de estos dirigentes se lo están ganando a pulso.
Se podrían poner muchos ejemplos y muy variopintos sobre ello, pero en esta ocasión solamente haré referencia a un caso donde se demuestra la indignidad, falta de humanidad e hipocresía de alguien que ostenta el cargo público de presidenta autonómica.
El pasado día 15 de enero se llevo a cabo un acto benéfico en Toledo, cuyo único fin era recaudar fondos para que dos niños toledanos tuvieran la oportunidad de luchar contra su grave enfermedad. Un acto que demostró la solidaridad de las personas, entre ellas, artistas, asociaciones, medios de comunicación, dirigentes políticos de distintos partidos, diversas entidades, ciudadanos y la plataforma en defensa de la Ley de Dependencia en Castilla la Mancha. Un evento donde se consiguió que la esperanza de estos dos niños se pueda convertir en una realidad. Una realidad que no es otra que sobrevivir. Si, porque aquí estamos hablando de la vida de dos niños.
Todos sabemos, al menos eso se nos vende, de la apretada agenda política de algunos de nuestros dirigentes. Hasta tal punto, que algunas veces los vemos en actos donde no falta una copa de buen vino o un buen canapé. Incluso en alguno de ellos se nos cuentan historias para no dormir donde los simulacros en diferido empiezan a hacerse hueco en sus discursos y, sin duda alguna, en sus actuaciones.
Respetando, como no podría ser de otra forma, la agenda de nuestros dirigentes, y haciendo referencia a este acto en Toledo donde no tuvimos la gracia divina de tener la presencia de la presidenta autonómica, Dolores de Cospedal, me pregunto: "¿puede haber algo más importante en la agenda de nuestra presidenta que el estar al lado de unos niños que se están jugando la vida y que son de la región que ella preside?". Creo que la respuesta es tan obvia que sobra cualquier comentario al respecto.
Aun así, la secretaria del PP , que es realmente por lo que se desvive, se ha perdido el experimentar distintas sensaciones. La primera, la satisfacción de estar al lado de la gente de su región, más si cabe, en un caso como este. La segunda, el aprendizaje de que un hecho vale más que mil palabras, ya que la mantilla y la peineta están muy bien para el día del Corpus, pero que este paseillo no tiene ni punto de comparación con el haber estado apoyando a estos dos niños. La tercera, seguramente la que más regocijo la hubiera causado, que en este acto se la hubiera dejado hablar la primera y, con ello, se hubiera ahorrado la pataleta de una niña pija. Y la cuarta, sin duda alguna la más importante, el poder haber mirado a los ojos a estos niños y sus familiares y decirles que su presidenta estaba allí para lo que hiciera falta.
Pero esto que a primera vista parece algo tan básico y, como dirían algunos, de primero de primaria, se está convirtiendo en una utopía. Algo que cada vez más, y no solo por este tipo de situaciones, está llevando a la ciudadanía a una desafección totalmente justificada. Lo que no es una utopía, ni siquiera demagogia, es el afirmar tal y como dijo Gandhi:
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