Estimados Reyes Vagos:
Ya sé que llegáis tarde, mal o nunca a casi todo. Ya sabemos que conectáis poco, casi nada, con las necesidades sociales de las personas que más sufren y peor lo están pasando bajo el cielo del Reino Castellano Manchego. Ya se sabe que tomáis decisiones en base a demasiado prejuicio, estereotipo y desconocimiento de la realidad social. No obstante, me permito recordaros y pediros algunas cosas en relación con vuestra misión y divinidad.
Lo primero que me gustaría que hicieseis es que cumpláis exhaustivamente con todas y cada de las funciones, competencias y responsabilidades que reglamentariamente se os han encomendado. Vuestro mandato y misión es cumplir al ciento por ciento con cada una de esas atribuciones, no con otras. No podéis ni debéis hacer dejación de funciones ni dejar áreas y cometidos en blanco. Es pecado, ya no alcanzo a saber si venial o de los otros tipos.
Lo segundo que quiero recordaros claramente es que estáis al servicio de la ciudadanía más vulnerable, excluida o dependiente, y no del partido de la pobreza, aunque este os haya puesto ahí. Habéis jurado o prometido ejercer fielmente vuestros respectivos cargos respetando el ordenamiento jurídico. Eso implica deberse única, clara, inequívoca y razonablemente a la ciudadanía, pues ésta es quién os paga generosos honorarios y ante la que debéis rendir cuentas. También se pagan impuestos para atender a la gente que peor lo pasa con la crisis. Es una responsabilidad pública, mucho menos privada, familiar o civil.
Lo tercero que quiero que respetéis y cumpláis es las leyes y la normativa social, especialmente la Ley de Servicios Sociales. Hoy por hoy no estáis cumpliendo con una buena parte de su articulado. Y eso es bastante grave. Esta Ley fue aprobada por unanimidad en las Cortes Regionales y se hizo con el consenso y la participación de cientos de instituciones públicas y organizaciones sociales. Vosotros sin confesaros absolutamente con nadie la habéis bombardeado, despreciado y arruinado. Esto es poco menos que imperdonable, pues la voluntad popular ha sido claramente vapuleada, robada y ultrajada.
En cuarto lugar quiero únicamente recordaros los principios rectores del sistema público de servicios sociales del Reino Castellano Manchego: responsabilidad pública, universalidad, equidad, igualdad, prevención, inclusión e integración, fomento de la autonomía personal, respeto a la diversidad, participación social, solidaridad, descentralización, subsidiariedad, dimensión comunitaria, atención personalizada, atención integral, transversalidad, coordinación y cooperación, evaluación, calidad e innovación. Como observador de lo social tengo la sensación y casi la total certeza de que no se cumple con nada de todo esto. Mal vamos cuando estos principios se desprecian tanto en el fondo como en la forma.
La quinta de mis peticiones es que tengáis un poco más de misericordia, generosidad, compasión, sentido común y sensibilidad con esos niños y familias que tienen graves dificultades para comer adecuadamente, vestir, no pasar frío, pagar las facturas domésticas o acceder a materiales escolares; con esos hogares que están al borde del desahucio y/o ya han sido desahuciados por hipoteca o por alquiler; con esas personas de clase media que hace unos años eran como vosotros y que ahora están más cerca de un contenedor de basura que de encontrar un trabajo medio digno; con esos jóvenes y no tan jóvenes que anhelan tener un trabajo cómo, dónde y por el dinero que sea; con esos hombres y mujeres que tienen que recurrir a la mendicidad, la limosna y la delincuencia porque sus familias ya no les pueden ayudar y Vds. tampoco lo hacen; con esas personas con discapacidad, enfermedad mental o patologías crónicas a las que se les está dando la espalda desde casi todas partes y a las que cada día se les pone todo un poco más difícil; y por supuesto, con esas decenas de personas mayores, dependientes o no, con las Vds. hacen poco más que aplicarles unos recortes tras otros, una desatención tras otra, un olvido tras otro.
Lo sexto que quiero implorarles es que no tengan la desvergüenza, la soberbia y la caradura de no gastar todo el presupuesto que tienen asignado en todas y cada una de las partidas presupuestarias, cuando hay tantísimas personas y familias que necesitan y, hoy por hoy, no pueden acceder, a una ayuda de emergencia social, a una plaza residencial o de estancia diurna, a un centro de atención a personas con discapacidad o a un centro de día en cualquier otra modalidad, al servicio de ayuda a domicilio, a un centro de menores...y así hasta casi un centenar de dispositivos, programas y/o servicios presentes o pretéritos.
Lo séptimo que quiero pedirles es lo de siempre: que atiendan a esas cientos de miles de personas y familias que en los últimos dos años han dejado de atender o atienden peor desde los servicios sociales; que paguen todas las deudas que todavía mantienen con familias, ayuntamientos y entidades sociales; que dejen de recortar o suprimir recursos, programas y servicios en este sector; que dejen de despedir y de despreciar a los profesionales sociales y sociosanitarios; que hagan públicos en la página institucional todos los datos de gestión año por año, área por área, servicio por servicio, programa por programa y dispositivo por dispositivo. La ciudadanía tiene derecho a saber, sin maquillajes y manipulaciones, que es lo que hacen y deshacen Vds. Esto no se lo deben de ocultar, no.
Lo octavo que quiero de Vds. es que casi mil días después nos digan, claramente y de una vez por todas, al menos cuál es la misión, visión y función que, a juicio de vuestras divinidades, tienen los Servicios Sociales. Dos años y medio después todavía no hemos visto un plan estratégico, programa de trabajo o documento donde se diga qué quieren hacer Vds. con este sector. Todo son hechos consumados: ciudadanos sin atención, profesionales en las oficinas de empleo, entidades sin cobrar, cierres de dispositivos... Ya va siendo hora de que den datos objetivos, claros, precisos y comparados por años que demuestren que están garantizando los servicios sociales y no destruyéndolos o desmantelándolos.
Lo noveno que les voy a pedir es que no impongan ni se saquen planes, normativas y reformas de la manga, que no tengan el consenso y participación previa de absolutamente de todas y cada una de las organizaciones y entidades representativas del sector. Siempre antes hubo un consenso mayoritario o unánime en estos temas y así debe seguir siendo. Tampoco deben sacar Vds. las convocatorias públicas tan tarde como en los últimos años.
La décima, última por hoy, más concreta e importante de mis peticiones es la siguiente: quédense Vds. quietecitos y no hagan nada si lo que se traen entre manos es un retroceso social o una vuelta a la caridad más rancia y a tiempos ya casi olvidados por muchos.
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