lunes, 18 de febrero de 2013

Vida sexual plena para personas con discapacidad





El funcionamiento no óptimo del sistema no significa la pérdida de la capacidad de disfrutar la vida sexual.
Alrededor del mundo existen muchas personas que viven con alguna discapacidad y en ciertos casos el ámbito de la sexualidad puede verse afectado, lo cual les impide tener una vida sexual plena.

Al hablar de personas con discapacidad no sólo nos referimos a aquellas que presentan algún problema a nivel de miembros superiores o inferiores u órganos que afectan la percepción, sino también a quienes debido a alguna enfermedad pre, postnatal o crónico degenerativa sufren de algún daño, explicó Liliana Villafranca Fanyten, maestra en Psicología con Orientación en Educación Especial y Sexóloga Educativa.

En el caso de una discapacidad motora o mental puede ser la falta de alguna extremidad, tener un desorden cerebral que afecta el movimiento y la coordinación muscular o sufrir de una parálisis en alguna parte del cuerpo, inclusive cursar un proceso degenerativo propio de la edad, explicó.

“Cuando una persona tiene una relación de pareja y sufre una discapacidad física por accidente, enfermedad, cirugía u otras causas, a menudo la autoestima se ve dañada, siente miedo de sufrir el rechazo de su pareja, porque no posee un cuerpo -completamente sano”.

En este caso, Villafranca Fanyten enfatizó que el funcionamiento no óptimo del sistema no significa la pérdida de la capacidad de disfrutar la vida sexual.

“Quizá una parte del cuerpo ha perdido cierta sensibilidad o función, pero hay otras que lo pueden compensar; por eso es vital que haya comunicación con la pareja y es recomendable, entonces, hacer todo un trabajo para explorar y descubrir nuevas zonas erógenas que hagan sentir placer”.

También es muy común creer que las personas que han sufrido de una paraplejía, hemiplejía o cuadriplejía no pueden tener sexo. En este sentido, la maestra Villafranca afirmó que es sumamente importante el trabajo que realiza el especialista con la persona y si es necesario con la pareja, para evaluar las condiciones generales y poder llevar a cabo las técnicas necesarias para atender la situación que aqueja el pleno desarrollo de la sexualidad.

“No todos los casos presentan estas complicaciones, pues existen una serie de factores que influyen, como el tipo de lesión, el tiempo que se lleva con ella, los órganos que se han visto afectados, entre otros”.

Otro tipo de discapacidad es la sensorial que comprende déficit auditivo o visual; en este caso las personas pueden tener una vida sexual común a todas las demás, pues no requieren de algún dispositivo o atención focalizada para gozar plenamente de la sexualidad.

Discapacidad intelectual

“Si hablamos de discapacidad intelectual, existen diferentes niveles (leve, moderada, severa y profunda); en este caso hay que tomar en cuenta la discrepancia que hay entre la edad cronológica y la intelectual”, apuntó Villafranca Fanyten.

Resaltó que a mayor distancia entre ambas, el pensamiento va a ser menos abstracto y desde esta mirada la sexualidad va a quedar enmarcada en ciertos niveles que no necesariamente compaginan con el de las personas que cuentan con un razonamiento que implica funciones cerebrales más avanzadas.

Sobre este tema, la especialista especificó que existen personas con una discapacidad intelectual profunda. Desde esa mirada su desempeño será distinto y su forma de relacionarse y vivir su sexualidad será diferente a las personas que tengan una mejor comprensión de sí mismas y de la realidad.

El tema pareja

Los intereses y necesidades en materia de sexualidad de las personas con cualquier tipo de discapacidad no difieren de aquellas que no las tienen. Para la maestra Villafranca, muchas parejas, ya sea en donde algunos de sus miembros tiene alguna discapacidad o no, la actividad sexual no sólo se circunscribe a la penetración como fin último de ésta. También implica la comunicación, el acercamiento, la ternura, el afecto y el propio contacto entre ambas personas.

“Muchos encuentran besos, caricias y masturbación mutua como una actividad gratificante, y esto puede ser especialmente bueno si el sexo con penetración es difícil, incómodo o inclusive doloroso”.

Villafranca Fanyten recomendó buscar ayuda de profesionales en materia de educación de la sexualidad, para comprender mejor las dificultades físicas, emocionales y sociales que pueden derivarse de alguna discapacidad adquirida o congénita y su manejo en la vida en pareja.

“Cada vez existen más especialistas que se han formado en materia de sexualidad y que han atendido a sus pacientes no sólo desde el ámbito de lo fisiológico-médico, sino también han ido abarcando la esfera sexual a fin de generar en la persona confianza e ir elevando su autoestima para vivir de manera plena su sexualidad consigo mismo/a y con su pareja”.

De acuerdo con datos de la Organización Mundial para la Salud (OMS) se calcula que en México existe una población que vive con discapacidad de aproximadamente 14 por ciento, es decir, más de 14 millones de mexicanos padecen alguna discapacidad física, mental o sensorial.

Por ello es necesario propiciar la educación de la sexualidad y la formación cada vez más amplia de especialistas en materia de sexualidad, a fin de atender a las personas con o sin discapacidad en esta esfera tan importante de la vida de las personas.

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