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por Alberto Díaz Pinto
el 11/12/2014 en Reflexión
el 11/12/2014 en Reflexión
Al igual que 1 de cada 50.000 personas, el londinense Jono Lancaster sufre una rara afección llamada síndrome de Treacher Collins. Se trata de una enfermedad genética caracterizada por deformidades craneofaciales tales como ausencia de pómulos. La causa está infundada en una mutación de un gen del cromosoma 5, que puede ser de forma espontánea o por herencia genética de este gen defectuoso que impide la correcta formación de los huesos del cráneo, los pómulos y la mandíbula.
Si bien hay razones médicas que superar, también hay que saltar las barreras emocionales que la enfermedad conlleva, derivadas principalmente por inseguridades sobre su apariencia física. Jono admite que tardó algo más de dos décadas en aprender a quererse y a sentirse a gusto con su aspecto. Es por ello que está tratando de asegurarse de que los niños con este extraño síndrome, aprenden a amarse a sí mismos también.
Jono puede haber tardado más de 20 años en amar su rostro, pero este hombre de 30 años de edad, ha aprendido a quererse a sí mismo y a compartir con los demás su hermosa iluminación
Aquí os dejamos el Facebook de Jono para que veáis la intensa labor social que está llevando a cabo.
Viajó hasta Australia para conocer a Zackary Walton, de dos años de edad y fan incondicional suyo, que también sufre el síndrome de Treacher Collins
Lancaster es uno de los portavoces más reconocidos de esta extraña afección
Su visita al pequeño Zackary reside en el deseo de Lancaster, nunca cumplido, “de haber conocido a alguien parecido” cuando era joven. “Alguien con un empleo, con una pareja, que dijera ‘eres capaz de esto’”, declara nuestro protagonista en una entrevista para The Advertiser.
Una vez allí, Jono viajó alrededor de todo el país para conocer a otros niños con el síndrome de Treacher Collins
“Crecí con Treacher Collins. Me sentía solo, como si no existiera más gente en el mundo que se pareciera a mí”
Ha protagonizado varios documentales sobre su aspecto físico. En la actualidad participa en una gira para dar a conocer su enfermedad entre la población y despejar todos los prejuicios que ésta pueda ocasionar.
Sin duda una bella y emotiva labor social para con los niños, en los que infunde el rayo de esperanza que necesitan
Labores sociales como ésta, han ayudado, por ejemplo, a recaudar dinero para la operación y el tratamiento que Zackary necesita. Una mujer anónima incluso llegó a donar a la familia Walton 10.000 dólares, tras enterarse de la historia del pequeño. Sin duda alguna, se trata de hechos que sirven como inspiración para todos nosotros, con una carga moral y de valores dignos de admiración.
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