Adrián estudia en un colegio de integración de niños con enfermedades motóricas donde 13 de los 130 alumnos poseen alguna discapacidad. Las dificultades en sus estudios se agudizaron cuando comenzó Secundaria. Dejó de tener ordenador aunque escribir suponía un gran esfuerzo para él. El servicio de fisioterapia y logopeda finalizó. En Primaria, durante sus clases de gimnasia, realizaba actividades adaptadas junto al resto de sus compañeros, con o sin problemas de movilidad. Hoy, los 13 adolescentes se limitan a observar cómo el resto hace deporte. De momento, puede ir en ruta al colegio. "Trabajo nos ha costado. Es una lucha constante", dice su madre. Ambos tratan de sortear los obstáculos que dificultan la continuación de sus estudios.
"La educación es clave para bajar la alta tasa de inactividad de las personas con discapacidad. Las deficiencias se perciben, no tanto en la docencia, sino sobre todo en laaccesibilidad a la escuela. Mientras haya colegios sin rampas, sin ascensores, o sin el personal suficiente para ayudar a las personas con discapacidad que lo necesiten, les será más fácil abandonar sus estudios, con la consiguiente desigualdad a la hora de encontrar trabajo", reclama Javier Font, presidente de la Federación de Asociaciones de discapacitados físicos de Madrid (FAMMA). En un momento en el que los recortes potencian la desigualdad histórica, las organizaciones sin ánimo de lucro aumentan su papel como apoyo fundamental.
Cubrir los huecos de la administración, cada vez más ensanchados a causa de la crisis, es parte del trabajo ejercido por asociaciones de discapacitados como FAMMA. Después de 25 años de trabajo por acercarse a la igualdad de oportunidades, su presidente reconoce la difícil situación actual. La deuda acumulada por las comunidades autónomas; la eliminación de servicios públicos de accesibilidad, empleo o formación; o los recortes sanitarios; conforman parte de los agravantes.
Desde esta organización, ayudan a los familiares a través de sus programas de apoyo y asistencia o potencian la búsqueda de empleo de personas con discapacidad a través de cursos formativos y contactos con empresas. Pero y también actúan como portavoz de las denunciasdel colectivo en la Comunidad de Madrid: "eliminación de todos los programas de trabajo y de las ayudas individuales, inexistencia de políticas laborales para personas con discapacidad, menos subvenciones en la concesión de los Centros Especiales de Empleo, o la paralización de las ayudas del Plan Renove de ascensores. Son algunas de las medidas de ajuste regionales, denunciadas por FAMMA, que afectan directamente sobre la independencia de las personas discapacitadas.
Cubriendo necesidades
Adrián tiene una enfermedad degenerativa que poco a poco ha ido quedándose con su movilidad. Hoy posee un 90% de discapacidad. El joven, de 18 años, recibe la visita diaria de María, una voluntaria de FAMMA. Cada mañana le ayuda en las labores de higiene cotidianas. Algo que su madre, aquejada de una hernia discal, agradece. Estudia en un colegio de integración que cuenta con dos técnicos especialistas en enfermedades motóricas.
Su madre cuenta que, durante el recreo, éstos deben acompañar al servicio y ayudar a tomar el almuerzo a aquellos que lo necesitan. "Como sólo son dos para todos, no les da tiempo a salir al patio junto al resto de alumnos", explica la madre de Adrián. Las salidas extraescolares o el servicio de ruta, otras de sus luchas. "La Consejería envía actividades que no están adaptadas, y tampoco aportan personal de ayuda", denuncia. Un vacío que vuelve a cubrir la actividad sin ánimo de lucro: "solicitamos voluntarios a asociaciones para que nuestros hijos puedan hacer alguna salida". Ellos sí llegaron.
Inactividad laboral
"Aún existen muchas barreras en el ámbito de la educación, lo que aumentan las posibilidades del abandono escolar", señalan desde el servicio de bolsa de empleo de FAMMA. "La accesibilidad a la educación es un pilar fundamental. Si una persona no viene formada, no puede ser competente".
Todo está relacionado. "La discapacidad conlleva medidas con trabajo transversal: accesibilidad, educación, servicios sociales, sistemas de apoyo y cobertura sanitaria. Todo esto cada vez es más escaso", denuncia el presidente de la Federación. Sólo un 36% de las personas con discapacidad reconocida buscan o tienen empleo, una tasa de actividad 40 puntos inferior a la de los ciudadanos que no la padecen. No es algo nuevo. Según diferentes asociaciones, se trata de una de las consecuencias que mejor refleja la falta de respuesta del resto de denuncias históricas.
Cuando una silla de ruedas no cabe en un ascensor
La falta de accesibilidad en el empleo es otra de las trabas. "Algo que nos ocurre con frecuencia es que tenemos perfiles muy buenos y luego resulta que las empresas en la que encajan no son accesibles. Si su silla de ruedas no entra en el ascensor, por ejemplo, esa persona se queda fuera del proceso de selección", lamentan desde el servicio de empleo de FAMMA. María Teresa, usuaria de este programa, ha visto ofertas donde la propia empresa alerta de su falta de adaptabilidad. "Es una hipocresía. Buscan personal discapacitado, con lo que obtienenbeneficios fiscales, pero la baja accesibilidad impide la contratación de personas con discapacidad física de un rango mayor", denuncia.
La precariedad laboral actual afecta. "En su caso, el empleo supone la pérdida del 100% de la pensión, es comprensible que ante un salario bajo como los que se ofrecen ahora mismo, muchos prefieran quedarse con la pensión", argumenta Font. Pero las dificultades surgidas una vez finalizada la educación primaria, también. Adrián quiere ser informático. No se lo están poniendo fácil, pero continúa esforzándose mientras su familia y la acción de organizaciones sociales tratan de apartar esos obstáculos. A la espera de que haya voluntad política para destruirlos.
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