lunes, 1 de abril de 2013

LA SEXUALIDAD EN EL SINDROME DE DOWN.


LA SEXUALIDAD EN EL SINDROME DE DOWN.
En la etapa de la adolescencia y la adultez, el desarrollo socio-afectivo de la persona cobra una nueva dimensión: las relaciones de pareja. La sexualidad, a pesar de que hoy nadie duda de su importancia en el desarrollo integral de la persona, sigue siendo un tema de difícil abordaje en el campo de la discapacidad. Con frecuencia, asumimos que el joven con discapacidad intelectual es un ser asexuado o con un interés sexual exagerado (Gafo, 2000). Ninguno de estos dos estereotipos se ajusta a la realidad y, con frecuencia, las posibles conductas desajustadas en este ámbito suelen deberse más a la desinformación, represión, ambivalencia, ocultismo y escasas oportunidades de vivir la propia sexualidad desde la normalidad.

Baste traer a colación un extenso e interesante artículo titulado “Educación de la sexualidad: cómo construir los cimientos de actitudes sanas”, publicado en la Revista Síndrome de Down que edita la Fundación Síndrome de Down de Cantabria. La autora, Terri Couwenhoven (2001), explica su experiencia como experta en el tema y como madre de una joven con síndrome de Down. Es un artículo que merece una lectura en profundidad pues en él se encuentran algunas de las claves más importantes para abordar de manera clara la educación sexual del niño y adolescente con síndrome de Down. Haremos referencia, no obstante, a dos aspectos que este artículo pone de manifiesto:

Las personas con síndrome de Down tienen menos oportunidades para aprender sobre su propia sexualidad debido a dificultades en otras áreas: dificultad para comprender material escrito, menos oportunidades para observar, desarrollar y practicar habilidades sociales, etc.
Existe mayor riesgo de abuso en las personas con discapacidad intelectual debido a su dificultad para razonar y juzgar, dificultades para afrontar determinadas situaciones, etc.

Vida en pareja, relaciones sexuales, esterilización, reproducción, habilidades de afrontamiento ante un posible acoso, etc., son aspectos que se derivan del planteamiento anterior. Los profesionales abordamos estos temas con una cierta sensación de ser problemas de futuro sobre los que hay que ir pensando. En el fondo de esta actitud reside una dificultad de “agarrar el toro por los cuernos” y empezar a descubrir sin tapujos las verdaderas necesidades, deseos, opiniones de los jóvenes con síndrome de Down u otras discapacidades intelectuales. La sexualidad, más allá de la genitalidad, es comunicación y, como tal, una vía de relación interpersonal que permite a la persona crecer de manera armónica e integral. Para una mayor profundización sobre este tema, recomendamos la lectura de la sección Sexualidad en el Portal www.down21.org en donde encontrarás expuesta un artículo escrito por el Prof. Amor Pan.

En la etapa de la adolescencia y la adultez, el desarrollo socio-afectivo de la persona cobra una nueva dimensión: las relaciones de pareja. La sexualidad, a pesar de que hoy nadie duda de su importancia en el desarrollo integral de la persona, sigue siendo un tema de difícil abordaje en el campo de la discapacidad. Con frecuencia, asumimos que el joven con discapacidad intelectual es un ser asexuado o con un interés sexual exagerado (Gafo, 2000). Ninguno de estos dos estereotipos se ajusta a la realidad y, con frecuencia, las posibles conductas desajustadas en este ámbito suelen deberse más a la desinformación, represión, ambivalencia, ocultismo y escasas oportunidades de vivir la propia sexualidad desde la normalidad.

Baste traer a colación un extenso e interesante artículo titulado “Educación de la sexualidad: cómo construir los cimientos de actitudes sanas”, publicado en la Revista Síndrome de Down que edita la Fundación Síndrome de Down de Cantabria. La autora, Terri Couwenhoven (2001), explica su experiencia como experta en el tema y como madre de una joven con síndrome de Down. Es un artículo que merece una lectura en profundidad pues en él se encuentran algunas de las claves más importantes para abordar de manera clara la educación sexual del niño y adolescente con síndrome de Down. Haremos referencia, no obstante, a dos aspectos que este artículo pone de manifiesto:

Las personas con síndrome de Down tienen menos oportunidades para aprender sobre su propia sexualidad debido a dificultades en otras áreas: dificultad para comprender material escrito, menos oportunidades para observar, desarrollar y practicar habilidades sociales, etc.
Existe mayor riesgo de abuso en las personas con discapacidad intelectual debido a su dificultad para razonar y juzgar, dificultades para afrontar determinadas situaciones, etc.

Vida en pareja, relaciones sexuales, esterilización, reproducción, habilidades de afrontamiento ante un posible acoso, etc., son aspectos que se derivan del planteamiento anterior. Los profesionales abordamos estos temas con una cierta sensación de ser problemas de futuro sobre los que hay que ir pensando. En el fondo de esta actitud reside una dificultad de “agarrar el toro por los cuernos” y empezar a descubrir sin tapujos las verdaderas necesidades, deseos, opiniones de los jóvenes con síndrome de Down u otras discapacidades intelectuales. La sexualidad, más allá de la genitalidad, es comunicación y, como tal, una vía de relación interpersonal que permite a la persona crecer de manera armónica e integral. Para una mayor profundización sobre este tema, recomendamos la lectura de la sección Sexualidad en el Portalwww.down21.org en donde encontrarás expuesta un artículo escrito por el Prof. Amor Pan.


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