Una chica cuenta la reacción de la gente al saber que su pareja no tiene brazos
Elena Castelló
Este Otras Voces es especial. Después de dar espacio a los lectores, espero que no les importe que hoy sea mi pareja ( @ele_castello) quien escriba aquí. Las miradas y comentarios de la gente darían para varios artículos pero éste resume muy bien el inicio de una relación entre bípeda y retrón.
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-He conocido a alguien y no sé qué me pasa, me gusta mucho… -Dije en julio a mi amiga Ana.
-¿En serio? Cuenta, cuenta.
-Sólo que hay dos “problemillas”. Uno, que es de Zaragoza…
-¡Cómo no! Jajaja – oigo sin haber acabado mi frase.
-Y el otro… ¡que no tiene brazos! – Le dije de la forma más natural que pude.
- Pero tía, ¡estás loca! ¿En serio? Estás fatal. Anda anda… no te líes, no te líes…
Este es un extracto de la conversación real que tuve con una amiga al contarle que me gustaba Raúl… Había pasado hora y pico con él 6 días atrás y lo único en que pensaba era en escribirle y en que llegara el día de volver a verle. Evidentemente, no hice ni caso a mi amiga (ni a ella ni a alguna otra que me ha intentado hacer “recapacitar” sobre la dificultad que entraña tener una relación con una persona con discapacidad) y me lié... También hubo comentarios buenos: "si a alguien podría pasarle esto, era a ti", "qué bien, pues a disfrutarlo" o el extraño comentario de "te admiro" o "esto habla muy bien de ti". ¿Es que antes no era buena persona y de repente soy una santa? La gente es rara, yo no estoy haciendo ninguna obra social, estoy viviendo mi vida y siendo feliz.
¿Os acordáis de ese post sobre viajar con AP…? Pues bien, yo era esa AP. Y de AP nada de nada, aquello fue una cita en toda regla con su tonteo previo (hablando hasta las tantas por WhatsApp), su primer beso con Calamaro de fondo (¡¡no os imagináis cómo trabajaban mis neuronas ideando la mejor manera de ponerme a su altura para provocar ese primer beso!!!) y su noche de sexo y risas durmiendo apenas dos horas. Hacía mucho tiempo que no me sentía así.
Por mi trabajo conozco a muchos retrones, especialmente personas con lesión medular, pero esto de encontrarme un tío sin brazos… y para colmo enamorarme de él… Así es la vida, cuando una es sincera consigo misma, escucha a su corazón y actúa en consecuencia acaban pasando estas cosas. Yo no “pienso” si esta relación me conviene o no, sólo hago lo que he hecho siempre y lo que hace que sea una persona feliz: hacer lo que me apetece y me manda “la patata”.
A la estupefacción de mis amigos (y a la mía propia), hubo que sumar la de mi familia. Mis padres estaban más extrañados del hecho en sí de que yo me hubiera enamorado que de que la persona amada fuera en silla de ruedas. Incluso después de ir juntos a la boda de mi hermano y de incluirle en la planificación de mi agenda, mi madre hace unos días me preguntó “pero, ¿esto va en serio?”. Sí mamá, va más en serio que nunca.
Así que dos personas que nos habíamos planteado un futuro de soltería- con nuestro trabajo, nuestra casa y nuestra vida social- y que éramos felices así, descubrimos que podíamos ser aún más felices (y ya era difícil, al menos en mi caso) compartiendo nuestras vidas con la persona adecuada.
Sé que ha pasado muy poco tiempo pero es como nos conociéramos de toda la vida: la complicidad, los ataques de risa, el saber lo que piensa el otro sólo con una mirada… ¡es increíble! Y espero pasar el resto de lo que me queda a su lado, total, ya me he acostumbrado a las miradas perplejas, a las personas que se dirigen a mí cuando deberían dirigirse a él, a empujar la silla si nos vamos de viaje en coche, a los comentarios de mis pacientes mayores de "ay hija qué pena" o "con lo que tú vales que podrías estar con cualquiera"… En fin, lo que hay que oír.
Otro tema es la logística. Con lo viajera que yo soy la búsqueda de alojamientos adaptados, el hacer de AP y pareja 24 horas al día, inventar lo que sea para ir con él por la montaña o por la nieve se han convertido en cosas habituales... Pero Raúl no es un retrón al uso: ¡es un mixto! Se pone de pie, puede subir y bajar escaleras con ayuda y una vez vestido es bastante autónomo, así que al final lo de la accesibilidad nos da un poco igual. Con imaginación y un poquito de fuerza y maña nos apañamos allá donde vamos.
Tampoco voy a mentir, no soy una súperwoman, no siempre es fácil: a veces tengo miedos, a veces me cansa la distancia entre Madrid y Zaragoza, a veces me pregunto cómo será el futuro, criar hijos, envejecer juntos… Y la única respuesta es que no tengo ni idea, pero mientras estemos juntos será el futuro que yo quiero.
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