Los inicios
de la Ley de Dependencia
Mucho
antes de su publicación en el BOE el 15 de diciembre de 2006, la Ley 39/2006,
de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las
personas en situación de dependencia ya había generado en todos los
profesionales que trabajamos en el campo de lo social, en general, y de los que
se dedican a la atención de las personas dependientes, en particular, una idea de esperanza y de mejora
de nuestro aún inmaduro Estado de Bienestar. Se vislumbraba como un avance muy importante en la atención a
las personas que no se valen por sí mismas para las actividades básicas de la
vida diaria. Recuerdo que en 2006 estaba trabajando en el sector de la
protección de menores; en los círculos de compañeras de profesión de
los equipos de base de servicios sociales municipales era el tema
estrella.
En
septiembre de 2007 tuve la inmensa fortuna de ser contratada por un pequeño
ayuntamiento de la provincia de Alicante como responsable del Servicio Municipal
de Atención a la Dependencia. Desde el 1 de enero de ese año la Ley estaba en
marcha, había que cumplir con el calendario de implantación atendiendo a todos
los grandes dependientes antes del 31 de diciembre … y casi nadie
sabía por dónde había que avanzar. Las directrices desde Madrid eran
ambiguas y difusas (por
aquello de que las competencias en servicios sociales están transferidas a las
comunidades autónomas, entre otros motivos). Mientras, desde Valencia se empeñaban en
crear un “sistema valenciano de atención a la dependencia”.
Entre unos y otros, nos
plantamos en septiembre de 2007 sin haber concedido ni una sola ayuda a ningún
gran dependiente en toda la Comunidad Valenciana. Es en ese mismo mes cuando
desde la Conselleria de Bienestar Social se decide dotar a los equipos base de
servicios sociales municipales de trabajadoras sociales que se dedicaran en
exclusiva a atender la dependencia. Es por ello que entré a trabajar en un
ayuntamiento a jornada completa, al igual que unas doscientas compañeras más en
toda la comunidad autónoma … sin saber qué hacer, sin modelos de
solicitud, ni protocolos de trabajo, sin saber qué decir a las decenas de
ciudadanos que se acercaban semanalmente al ayuntamiento a preguntar por “esa
ayuda nueva de la independencia”.
Hasta
octubre de 2007 estuve leyendo el Libro Blanco de la Dependencia y ayudando a mis compañeras del equipo municipal en todos aquellos
casos de emergencia social que llegaban al departamento. Al fin y al cabo, soy
trabajadora social y había que rentabilizar mi nómina pública.
En el año 2008 todavía no se habían
concedido ayudas para los grandes dependientes
El 1 de enero de 2008, en la
Comunidad Valenciana, ninguna persona en situación de gran dependencia había
recibido las ayudas contempladas por Ley. Empezábamos ya el camino tortuoso y
reiterativo, en el que aún continuamos siete años después, de incumplimientos
legales. He de reconocer que yo misma trataba de justificar el desastre desde
la idea de que era un sistema nuevo, complejo si queríamos hacerlo bien y que
debía amparar a un número de personas por encima de todas las expectativas
recogidas en el Libro Blanco.
A finales de 2008 ya no había
justificación posible … el desastre
estaba servido y el daño hecho. Se había generado en la población unas
expectativas que no se estaban cumpliendo … y ni se iban a cumplir
en la Comunidad Valenciana. Morirían muchas de ellas esperando las ayudas
(siguen falleciendo) y sus familias se quedarían con un sentimiento de estafa
difícil de justificar.
En ese mismo año, recuerdo la
gran campaña mediática que el Gobierno de Zapatero desplegó en radio,
televisión, carteles gigantes …” Ninguna persona mayor sin ser
atendida” … fueron muchos millones de euros.
Era 2008. La crisis había
reventado ya con la caída de Lehman Brothers.
En 2009
yo clamaba por los rincones del ayuntamiento por qué el Gobierno Central del
PSOE no metía mano al Gobierno Autonómico Valenciano del PP por incumplimiento
continuado de la Ley de la Dependencia, por qué un gobierno autonómico podía
saltarse la Ley dañando a personas que no se valen por sí mismas … ¡y no pasaba
nada! Para mí la situación era de denuncia al Tribunal Europeo de Derechos
Humanos de Estrasburgo. Las personas seguían falleciendo sin recibir las ayudas. Y las familias asoladas por la crisis y el desempleo más cruel.
Deficiencias en la Ley de
Dependencia
En 2010 viajé a Santander a
unas jornadas sobre dependencia, donde vendrían expertos de distintas
comunidades autónomas. Intentaba ver otros modos de gestión y seguir creyendo
que la Ley de la Dependencia sí estaba funcionando fuera de mi comunidad y era
una realidad exitosa. Mi desconsuelo fue cuando, tras las tres jornadas de
mesas redondas y distintas ponencias, exceptuando Euskadi y Castilla
León … el resto todo eran golpes de pecho presumiendo de cifras en
cuanto a recursos concedidos, pero cuando rascabas un poco y bajabas a lo
concreto entre pasillos y “coffe-break”, te encontrabas cómo la precipitación
política por querer aumentar la estadística del IMSERSO había provocado una
deshumanización en el procedimiento, dejando a un lado a la persona y priorizando
los números. De ahí que Andalucía voceara tanto el ser los primeros del ranking
en ayudas concedidas. Sin embargo, al profundizar en procedimientos,
descubrías, por ejemplo, que se habían concedido prestaciones para cuidados en
el entorno familiar a cuidadores no profesionales sin apenas haber valorado la
idoneidad de la prestación para cada caso. Debido a ello he sabido de
demasiadas familias en las que las cuidadoras validadas por la Junta como
“adecuadas” pasaban de los 80 años de edad o vivían a 100 km del domicilio de
la persona dependiente.
En la
actualidad, tras más de un lustro de crisis, con las trágicas cifras de
endeudamiento de las comunidades autónomas y los terribles recortes del
Gobierno Central en financiación para dependencia y servicios sociales en
general (perdón, sus d
capacidad para lograr que cualquier ciudadano pueda tener los mismos derechos y posibilidades reales de acceder al disfrute de ellos en igualdad de condiciones. Que cada uno haga su propio análisis y sea coherente con sus principios, pero, fundamentalmente, no nos quedemos en casa, vencidos por el hastío generalizado que sentimos por la política de este país.
Virgnia Tovar Martínez
Responsable del Servicio Municipal de Atención a la Dependencia
Ayuntamiento de Novelda (Alicante)
istintas normativas publicadas para la “estabilización
presupuestaria”, quería decir) me atrevería a anunciar, sin lugar a
equivocarme, que la Ley
de la Dependencia no está funcionando adecuadamente (*) en todo el territorio estatal (me genera dudas
Euskadi … al menos me consta que siguen siendo los más avanzados en
protección social, con distancia).
Sin
embargo, puesto que me gusta ser positiva y lanzar siempre mensajes de
esperanza, finalizar recordando que 2015 va a ser un año electoralmente
muy activo. Lo que decidamos el año que
viene en las urnas va a condicionar la próxima década, en la que muchos de
nosotros posiblemente seamos ya personas en situación de dependencia (si no
antes: un ictus o un accidente de tráfico está al alcance de cualquiera). Sólo
espero (sueño) con que la ciudadanía de este país seamos capaces de reaccionar
y no nos quedemos en casa; sino que apostemos firmemente por un cambio
hacia una sociedad más igualitaria, con
más
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