Por mucho que queramos hacer nuestras ciudades transitables y accesibles para las personas discapacitadas, nunca estarán los suficientemente preparadas. Aunque los edificios públicos cuenten con rampas, las aceras y los pasos de peatones también dispongan de estas, los semáforos piten cuando están en verde, etc. solamente en el tramo que va desde mi casa al trabajo (unos 500 metros), me resulta imposible llevar el carrito para bebés de mi hijo, por lo que no me puedo imaginar como será de difícil para una persona discapacitada. Las ruedas se quedan atrapadas en todas las baldosas rotas y el suelo no es regular y tiene desniveles laterales que volcarían una silla de ruedas. Eso sin contar con la cantidad de gente que detiene su vehículo en los pasos de cebra y se sube a la acera. Cuando llueve, la ciudad se transforma en la Venecia manchega -si tenéis curiosidad, hablo de Ciudad Real, España-. Pero es algo que se repite en prácticamente todas las ciudades que conozco.
Otra cosa que suele enfurecerme demasiado es ver cómo la gente aprovecha para estacionar sus vehículos en las plazas reservadas para discapacitados en las calles y parkings. Mas de una vez me hubiera gustado preguntarle al que acaba de aparcar ahí el motivo, y eso es lo que han hecho Mensajeros urbanos al otro lado del charco.
Original: Mensajeros urbanos
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