domingo, 23 de noviembre de 2014

Los niños discapacitados encerrados en jaulas de madera

18 de noviembre de 2014 • 06:56

Muchos de los 60 los residentes del centro para discapacitados en Lechaina, una pequeña ciudad de Grecia, están encerrados en celdas o jaulas

Jenny, de 9 años, se levanta y se balancea de atrás hacia delante, mirando a través de los barrotes de una jaula de madera.
Algunas de las barras que separan unas celdas de otras se han pintado de brillantes colores.
Foto: BBC Mundo/Marokouri
Cuando se le abre la puerta de la celda, salta al suelo de piedra y abraza estrechamente a la enfermera. Pero pocos minutos después, permite que la vuelvan a encerrar sin quejarse.
Está acostumbrada a su jaula. Ha sido su hogar desde que tenía 2 años.
Jenny, a quien se le diagnosticó autismo, vive en una institución pública para niños discapacitados en Lechaina, una pequeña ciudad en el sur de Grecia. En total son más de 60 los residentes del centro, muchos de los cuales están encerrados en celdas o jaulas.
Bajo la lupa europea
Las malas condiciones llegaron por primera vez a oídos de las autoridades hace 5 años cuando un grupo de licenciados europeos pasó varios meses en el centro haciendo voluntariado.
Catarina Neves, portuguesa graduada en psicología, formó parte del grupo.
Esta imagen de 2008 muestra cómo ponen a los niños en jaulas de madera.
Foto: BBC Mundo/Marokouri
"El primer día me quedé completamente en estado de shock… Nunca pude imaginar que tuviéramos una situación así en un país europeo moderno, pero lo que más me sorprendió fue que el personal se comportaba como si esto fuera normal", recuerda.
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Los voluntarios escribieron sus experiencias en un documento que enviaron a políticos, funcionarios de la Unión Europea y toda organización de derechos humanos o de atención a discapacitados que pudieron encontrar.
En algunos casos recibieron respuestas en las que les agradecían la información sin ninguna promesa de acción, pero en la mayoría de los casos fueron ignorados.
En 2010, el testimonio de los voluntarios llegó a manos del defensor del pueblo para los derechos del niño en Grecia, que visitó el centro y publicó un informe condenatorio en el que resaltó "las condiciones de vida degradantes, la privación de cuidados y apoyo, el uso de sedantes, niños atados a sus camas, el uso de camas-nido de madera para niños con dificultades de aprendizaje, la vigilancia electrónica".
El defensor del pueblo subrayó que tales prácticas constituyen "violaciones de los derechos humanos".
Los residentes, aquí en una imagen de 2008, no tienen propiedades personales en el centro.
Foto: BBC Mundo/Marokouri
El informe del defensor del pueblo concluyó que las jaulas y otras prácticas que impliquen restricciones a largo plazo "son claramente ilegales y suponen una contradicción directa con la obligación de respetar y proteger los derechos humanos de los residentes" e instó al gobierno griego a adoptar medidas inmediatas para rectificar la situación.
Cambios estéticos
Pero después de casi 5 años, los únicos cambios son superficiales.
Algunas de las barras de madera se pintaron y se encontró financiación para convertir la sala de día en una zona de juegos, pero todavía no hay nadie que pueda dedicarse a los menores, que se sientan solos en la sala sobre colchonetas de plástico mirando las paredes mientras un ayudante observa desde la puerta.
El centro de Lechaina no tiene suficientes recursos para atender a todos los residentes.
"En un turno de noche, a menudo me quedé sola con tres asistentes, que ni siquiera son enfermeros, para cuidar a más de 60 pacientes.
"Si surgía algún problema médico con los menores, no había nadie a quien pedirle ayuda excepto Dios", dice una trabajadora sanitaria que recientemente se retiró del centro y habló con la BBC bajo anonimato.
La mujer defiende que las jaulas eran necesarias. "Luchamos para que construyeran las camas enjauladas para darles a los niños más libertad.

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