jueves, 4 de febrero de 2016

Asistencia sexual

Hay varias formas de ver y catalogar la sexualidad humana en cada uno de nosotros y hay tantos tipos de sexualidad como hay personas. Mi experiencia en las practicas Tántricas, las terapias manuales y sobretodo desde una edad muy temprana, mi corazón, me enseñan que cada cuerpo responde de forma diferente y única en las varias técnicas sexuales y/o terapéuticas. Lo más importante es saber estar “aquí y ahora”, esta relación de espacio/tiempo que nos permite vivir la vida plenamente y sacar lo mejor de ella disfrutándola. Cuando estamos presentes, somos capaces de tanto percibir como ofrecer placer, sanación y desarrollo personal. El cuerpo humano comunica, explica y pide cosas que ningún libro o disciplina nos puede enseñar. Estando presentes y atentos nos permite escuchar el cuerpo y responder a sus necesidades. Nuestra calidad de humanos es nuestra herramienta mas potente.Desde este punto enfoco mi visión como tratar cada persona que confía en mi sus partes más intimas, tanto físicas como espirituales, emocionales, sexuales y energéticas. El tema de la asistencia sexual a nivel técnico y ético no se puede explicar mejor que por Silvina Peirano:

Asistencia o acompañamiento de la vida sexual y afectiva, en diversidad funcional: ¿sí o no?


SILVINA PEIRANO. Resulta imprescindible comenzar a visibilizar la realidad de muchas personas y actuar a favor de sus derechos sexuales, como forma de superar el estigma sexual asociado a la condición de “discapacidad”
Antes de responder, procure imaginar, al menos, las siguientes situaciones:
  • Una persona con discapacidad física grave o amputaciones, que no puede tocar sus genitales con independencia.
  • Una madre o un padre que encuentran como única alternativa practicar ellos mismos una masturbación para aliviar a su hijo/a con graves dificultades físicas o mentales; con las consecuencias que puede suponer para los padres y su hijo/a.
Aunque sólo sea para hacer frente a estas “realidades controvertidas”, resulta imprescindible comenzar a visibilizar la realidad de muchas personas y actuar a favor de sus derechos sexuales, como forma de superar el estigma sexual asociado a la condición de “discapacidad”.
La Asistencia Sexual (AS) en diversidad funcional ya es una realidad con más de veinte años de experiencia en Alemania, Suiza, Holanda, Dinamarca; Francia está en proceso de legalizarla, etc., aseverando la viabilidad de la propuesta. Muchos Estados consideran la asistencia sexual como un servicio más a favor de la salud integral, cubriendo los costes en su totalidad o financiando emprendimientos de asociaciones en tal sentido. Sin embargo, en muchos otros países, el tema es completamente desconocido o rechazado sin las previas y necesarias consideraciones.
El campo de acción de la asistencia sexual es claro: ayudar a suplir el “vacío” y/o proporcionar espacios para ampliar sus experiencias en materia sexual a personas o parejas con diversidad funcional o discapacidad.
Sin embargo, dentro de ésta propuesta de acción y derechos, la mujer con diversidad funcional continúa siendo excluida, desde una visión falocéntrica y masculina de la sexualidad, aun dentro del contexto diverso que es la sexualidad en personas con diversidad funcional. Una deuda o paradigma histórico, que la AS deberá rever…
El placer como un derecho inclusivo
Profesiones en torno al sexo -más allá de la prostitución- datan de épocas remotas; sin embargo, en pleno siglo XXI muchas siguen sonándonos discordantes, aun aquellas que se ejercen en un marco de acompañamiento terapéutico.
La “asistencia sexual” o “acompañamiento de la vida sexual” de las personas con diversidad funcional o discapacidad (motriz, intelectual, psíquica o sensorial) consiste en una propuesta remunerada que aborda el ámbito de la atención sensual, erótica y/o sexual de éste colectivo. Un medio de acción para mejorar la vida sexual y emocional, tanto de un individuo como de su pareja; mayores de edad que, independientemente de su género o elección sexual, deciden optar por este acompañamiento.
Suele reducirse, equivocadamente, el acompañamiento sexual en discapacidad a “la humanidad y compasión” de algún compañero/ra ocasional, ya sea en instituciones o dentro del ámbito familiar, perpetuando el modelo de dependencia. ¡Aún en el ámbito de los deseos!
Sin embargo, el acompañamiento sexual, lejos de ser “un catálogo de prestaciones definidas”, propone un apoyo en consonancia con las emociones y las expectativas sensoriales y eróticas de las y los beneficiarios que lo reciben. Los “cuidados eróticos” designan una práctica que puede ir desde caricias sensuales hasta la penetración, abriendo un amplio abanico que incluye acariciar, tocar y ser tocado, el contacto corporal, disfrutar de un masaje, la excitación sexual, juegos eróticos, facilitar -a instancias suyas- el acto sexual a una pareja que no puede lograrlo sin ayuda, la masturbación…
El marco ético de este enfoque se basa en el respeto mutuo, la conciencia sobre el papel sutil de terceros en la ejecución de estos beneficios y el pleno respeto de la intimidad del momento compartido. Los objetivos de la asistencia están relacionados con los valores humanistas/sexuales y el empoderamiento del individuo actual. Cualquiera que sea la opción elegida, es imprescindible proponer un diálogo sincero entre todos las personas implicadas y llegar a un acuerdo previo.
La asistencia o acompañamiento sexual en diversidad funcional o discapacidad procura promover:
  • La independencia en la búsqueda y elección de el/la pareja afectiva de cada individuo (con o sin diversidad funcional), pretendiendo ser un recurso ocasional o alternativa viable para aquellas personas que, por diversos motivos, no se encuentran satisfechas con su vida sexual y afectiva.
  • La formación específica y profesional en asistencia sexual o acompañante de la vida emocional y afectiva de las personas con diversidad funcional.
  • Un servicio de información y asesoramiento, destinado a las personas con diversidad funcional o discapacidad, a sus parejas, familiares y personas de su entorno social o institucional.
¿Quién es y qué hace un asistente sexual en diversidad funcional?
El Asistente Sexual (hombre o mujer) es una persona que, habiendo superado la formación básica en asistencia sexual, elige especializarse en el apoyo a la vida sexual de las personas con diversidad funcional por voluntad propia. Su trabajo es hacer que mujeres y hombres con discapacidad accedan a la experiencia de la intimidad sexual.
El rol del asistente sexual es responder a todas las necesidades y deseos de la persona o pareja con diversidad funcional, previamente concertados. No son parejas afectivas (excepto que así sea decidido por ambos) de las personas a las que acompañan.
El o la asistente sexual propicia:
  • El escuchar para conocer y evaluar las necesidades de la persona a la que acompañará. Considera, por ejemplo, las posibilidades de una persona paralizada de pies a cabeza, cuya sexualidad no sólo se resume a la masturbación ni se centra en sus órganos genitales. La ayuda sexual es mucho más amplia, sutil, compleja y delicada. Con una persona tetrapléjica, que no puede sentir nada de la cintura para abajo, tratará de descubrir las zonas de placer en otras partes del cuerpo, por ejemplo, redescubrir el orgasmo con una caricia en el oído.
  • La autoestima y el reconocimiento corporal. Muchas mujeres con discapacidad expresan su temor de “no ser bellas”, mientras que muchos varones temen “no ser lo suficientemente buenos en sus relaciones afectivosexuales”. El asistente sexual reforzará la auto-imagen corporal y afectiva, en un camino de aprendizaje hacia nuevos y más placenteros roles de género.
  • El acompañamiento, tanto a la persona que asiste como a sus familiares. Por ejemplo, ante un varón que suele mostrar una conducta violenta o autolesiva, al no saber como autosatisfacerse, el asistente sexual sugerirá recursos a sus padres para que puedan superar inseguridades al tener que enfrentarse con la sexualidad de sus hijos, y beneficiar la independencia y la intimidad de ambos.
  • La relación entre una pareja en la que ambos presentan una dolencia que los inhabilita para hacerlo de manera independiente. En estas situaciones, la o el asistente acomoda en la posición correcta a la pareja. Luego, respetará su espacio de intimidad, pero prestará atención a sus requerimientos.
  • En una discapacidad grave, incluso la masturbación puede ser problemática. Algunas personas con autismo juguetean compulsivamente con sus genitales sin llegar a la eyaculación, por miedo o por no contar con los medios ni el aprendizaje previo para lograrlo. La o el asistente sexual arbitrará los medios para satisfacer mejor las necesidades individuales de la persona con discapacidad, proporcionando alternativas seguras y satisfactorias.
Los paradigmas sociales respecto de la sexualidad en personas con diversidad funcional o discapacidad
Afirmación 1: Todas las personas desean para sí, una vida sexual y emocional armoniosa y placentera.
Afirmación 2: Los Derechos Humanos pronuncian el derecho a la privacidad.
Afirmación 3: El sexo es una de las partes más íntimas de la vida privada.
Paradigma: las afirmaciones se vuelven delito si usted presenta una discapacidad.
El cuerpo del delito en el cuerpo del placer
En la actualidad, es claro que la asistencia sexual encuentra numerosos obstáculos y opositores, en la medida que consideran que se trata de una forma de prostitución, abuso o comercio. La asistencia sexual en diversidad funcional puede legitimar estar disociada de la prostitución, entre otras razones, por el hecho de necesitar una formación y un encuadre, y por estar restringida en cuanto a su objetivo, las personas con discapacidad, lo que no necesariamente criminaliza al trabajo sexual o prostitución.
En conclusión, el apoyo y acompañamiento a las personas o parejas con diversidad funcional que decidan hacer valer sus derechos sexuales y vivenciarlos debe centrarse, necesariamente, en el deseo y la decisión de éstas, propiciando una sociedad inclusiva, donde se reconozca la identidad sexual de cada persona (con o sin diversidad funcional o discapacidad) desde la aceptación de la libre expresión diversa.
Todo derecho negado debe ser reivindicado y ganado en la sociedad toda. El derecho a la sexualidad de las personas con diversidad funcional ha sido encubierto de mitos y tabúes, de ángeles y demonios, de pecados y delitos. Es tiempo de protagonizar el cambio, aun a riesgo de errores o críticas. La sexualidad es una condición de vida, y no de supervivencia¿Estamos dispuestos como sociedad, a involucrarnos en éste cambio?.
La sexualidad en diversidad funcional existe, y no es un pecado a purificar
De Silvina Peirano
Prof. educación especial. Orientadora sexual en discapacidad. Creadora del grupo: “Mitología de la sexualidad especial” y “SEX Asistent” y “Capacidarte Arte”. Co- creadora del curso. “Especialista en sexualidad y diversidad funcional” Tallerista ESI Nación(Educación sexual integral). Ministerio de educación. Argentina

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