Publicado en 11 marzo, 2014
Durante el XII Congreso Estatal de Trabajo Social celebrado en Marbella durante el mes de Marzo de 2013, se realizaron diferentes actividades paralelas a las ponencias y comunicaciones previstas en programa. Había una zona denominada “Sube a la Plaza”, en la que se congregaban diferentes profesionales para nutrir los talleres y actividades que se iban realizando.
Una mañana subí a la plaza y me encontré a un grupo de personas sentadas alrededor de una mujer -con pinta de interesante- que parecía estar compartiendo algo valioso.
Me acerqué y tomé asiento.
La miraba fijamente, su cara se me hacía familiar. Tenía una expresión dulce, y a la vez contundente. Ella es portavoz, imagen y miembro de una plataforma de personas afectadas por los recortes en materia de dependencia y que, a pesar de tener graves dificultades para realizar las actividades más básicas, no disfrutan de recurso alguno que las ayude a paliar su situación. En aquella situación esta mujer compartía sus experiencias como persona en situación de dependencia, y su narrativa iba en la línea de denunciar la cantidad de casos que en la actualidad se encuentran a la espera de recibir alguna ayuda.
Esta mujer me llegó. No era sólo el contenido del mensaje, alejado de victimismos, y relatando la crudeza del día a día de muchas personas que no tienen la autonomía suficiente para valerse por sí mismas. Me llamó la atención cómo ensalzaba la DIGNIDAD de la persona por encima de todo, la manera de hilar los hechos que han provocado esta situación y cómo lo ha vivido ella en primera persona, motivo por el cual lo comparte desde esa humanidad y cercanía que toca a cualquier corazón.
La escuché con interés y emocionada, y al finalizar su intervención, más los turnos de preguntas, me acerqué, le di las gracias y un abrazo por su valentía y disposición para -en propias palabras suyas- poner voz a tanta injusticia y a tanto olvido por parte de los que nos gobiernan. Le comenté que su cara me era familiar, y me contestó que antes de padecer esta artritis reumatoide (diagnosticada en 1999) estuvo trabajando como entrenadora de gimnasia, conduciendo un espacio televisivo en las mañanas de Televisión Española, concretamente en la década de los 80.
Su nombre: Eva Nasarre. Su corazón: inmenso. Su lucha: digna de agradecimiento.
Eva nos invitaba a ponernos en la piel de los enfermos:
-”No somos números, ni estadísticas, ni beneficios. Yo no sé si vale más un aeropuerto que nuestra vida” – fue uno de sus mensajes.
Además de la reducción de las ayudas, denunciaba que los dependientes deben enfrentarse a otras modificaciones dentro de la sanidad, como son el copago y la eliminación de algunos medicamentos de la lista de la Seguridad Social.
-”Las personas dependientes no le interesan a nadie. La sanidad quiere recortar y dejarnos fuera en muchas situaciones, y si quieres hacerte un seguro de salud privado, al ser dependiente tampoco interesas a nadie”.
Y directamente sentenciaba:
-”El sistema quiere que nos muramos, y cuanto antes mejor”. El argumento para justificar todas las injusticias y precariedad que vivimos siempre es el mismo: hay crisis, no hay fondos, la ley de dependencia no es sostenible, está mal diseñada y no se puede hacer más.
La denominada Ley de Dependencia recibió el mayor estoque de su corta historia en Julio de 2012, al aprobarse una serie de medidas para “garantizar la estabilidad presupuestaria del país” (https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2012-9364) . El recorte económico fue tan drástico que se ha visto reducida la eficacia de esta ley, en su aplicación.
Como trabajadora social y como ciudadana, personalmente prefiero que salgamos de la crisis todos juntos, antes o después, a que salgan sólo unos pocos; que haya políticas sociales más solidarias y que la vida de cualquier persona esté por encima de todo lo demás.
Puestos a soñar, me gustaría que las personas pudiéramos confiar más en las estructuras políticas; que la corrupción fuera sólo una anécdota o caso aislado… que se pudiera perder cualquier cosa, excepto la esperanza. Considero que si todo el dinero y la riqueza que hay en España estuviera “en su sitio”, la crisis tendría otra cara, una más humana y más generadora de confianza entre las personas.
No tengo palabras para agradecer la exposición y esfuerzo de Eva Nasarre, pues puso voz y conciencia a la situación de muchas personas que no tienen la oportunidad ni los medios para expresar su malestar y sus necesidades.
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