La Marcha de la Dignidad, ayer, en la Plaza de Cibeles. @DRYMadrid
23 de marzo de 2014
10:25
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El rotundo éxito de las Marchas de la Dignidad no es sólo cuantitativo. Hubo miles y miles de personas, muchas más que en ninguna otra manifestación de este carácter. Y eso es muy importante. Implica que lejos de la propaganda el movimiento anti saqueo no ha hecho más que crecer desde aquel 15 de mayo de 2011. Daba una cierta sensación en la manifestación de estar repleta de activistas (lo cual no es siempre una buena señal: hace falta que estén todos los activistas y mucha gente que no lo es pero que apoya el movimiento). Como las sensaciones son sólo sensaciones, no se deben sacar muchas consecuencias de ellas, pero si fuera así querría decir que hay un núcleo de activistas mucho más numeroso del que nunca habríamos soñado.
Más allá de lo cuantitativo hay datos cualitativos que dan a las marchas una relevancia altísima. En primer lugar el nivel de organización y coordinación. Desde hace varios meses, en cientos de pueblos de todo el país vienen preparándose las marchas, su logística, su difusión, su contenido… Todo ello con una alta eficacia como ha sido evidente a la vista del resultado. Desde distintos puntos del país iban saliendo marchas que eran recibidas, acogidas y apoyadas en pueblos y ciudades, muchas veces con nulo apoyo (o todos los obstáculos posibles) de los poderes locales. En cada uno de esos pueblos se preparaban comidas, lugares de pernocta, desayunos. Y también encuentros con los vecinos, actos para difundir la dignidad constituyente que recorría el país. Mientras, se iban preparando cientos de autobuses para que quienes sólo pudieran acudir el 22 estuvieran en Madrid.
Otro dato, que ya no es novedoso, es el grado de unidad y entendimiento entre distintos que no renuncian a seguir siéndolo pero que saben que hay que luchar unidos contra el saqueo, contra el poder. Por supuesto ha habido fricciones, diversidad de objetivos, meteduras de pata hasta el mismo día de ayer… Nada que no ocurra en cualquier colectivo y más cuanto más numeroso sea. Pero siempre ha terminado primando el esfuerzo en avanzar en la unidad popular. Tal esfuerzo no es novedoso en la calle (aunque sí ha habido un avance en la forma de entender el respeto: la no ocultación de identidades) y evidencia que tenemos claro que quienes luchamos contra el saqueo y por la democracia y los derechos humanos formamos parte de un amplísimo y plural “nosotros”.
Un tercer dato es que todo esto ha sido posible al margen de los grandes medios de comunicación. Hasta que el 19 de marzo el PP dio la voz alarma (¡35 manifestaciones en Madrid el sábado! ¿Es que nadie piensa en los comerciantes de Centro?) ningún gran medio de los de siempre había hecho caso a lo que se estaba organizando y llevaba semanas en marcha por todo el país. Posiblemente muchos de los madrileños que participaran en las marchas el sábado se enteraron por la información que sí hubo desde entonces y muy especialmente desde que los sorprendentes bípedos que gobiernan la Comunidad de Madrid empezaron a llamarnos nazis, revolucionarios comunistas y todo lo que se les ocurriera salvo etarras (¿por qué no nos llamaron etarras?). Pero los miles de personas que vinieron de todo el país y sospecho que una gran mayoría de quienes fueron viviendo en Madrid conocieron la convocatoria por medios ajenos a las grandes empresas de comunicación: nuevos medios de comunicación independientes, redes sociales, propaganda, boca a boca… resulta evidente que por diversas circunstancias ni el ninguneo ni la criminalización compartidos por el Gobierno y los grandes medios de comunicación tienen éxito desde hace bastante tiempo.
Todo ello hace muy relevante el éxito de ayer. Es una demostración de que somos mucho más de lo que nos llegamos a creer, que por una vez el optimismo no es sólo de la voluntad. Durante la crisis no han faltado quienes han echado el freno a la respuesta apelando a que la correlación de fuerzas nos es desfavorable. Todo lo que rodeó a las marchas de ayer (incluso el grotesco conteo policial de heridos en los incidentes, según el cual hubo muchos más policías heridos que manifestantes) evidencia que el potencial del movimiento popular anti saqueo es muy superior al que imaginábamos, que no podemos hablar de debilidad de la oposición salvo como pesimismo de la voluntad. Desde ayer, echar el freno, no ser radicalmente audaces en las propuestas de cambio, no empujar hacia nuevos cimientos políticos, económicos e institucionales debe ser considerado alta traición. También habrá que considerar traidor a quien se empeñe en buscar qué nos diferencia para dificultar universalizar esta unidad popular en todos los frentes ¿Cómo explicaremos a nuestros hijos que con tanta gente junta en la calle no conseguimos cambiar unidos el país? No podremos.
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