jueves, 16 de mayo de 2013

«Es indignante no poder estudiar por ir en silla de ruedas»



Alumnos de la EPA de Herrera reclaman que se mejoren los accesos al centro 

16.05.13 - 07:20 - 
«Es indignante que en una ciudad que será capital europea de la cultura en 2016 llegar a clase para estudiar se traduzca en un problema de accesibilidad». Son las palabras de Lierni Izeta, una joven con problemas de coordinación muscular que se mueve en silla de ruedas, y que sufre una odisea para llegar a la Escuela Para Adultos de Herrera. Los accesos a este centro son un «horror», advierte.
Llegar a las aulas ubicadas en los semisótanos de los números 7 y 8 de la plaza San Luis Gonzaga se convierte en un ejercicio de riesgo. El laberinto de escaleras y su elevada pendiente dificultan enormemente el paso a las personas que acuden diariamente a estas instalaciones formativas, sobre todo, si se trata de ancianos. Ni que decir si el alumno se traslada en silla de ruedas o necesita apoyarse en unas muletas, como le ocurre a Filiberto Edrosa, otro alumno con dificultades para desplazarse. Su caso también tiene tela. Son dos de las personas que reclaman mejoras en los accesos, pero no son las únicas. La mala iluminación, el mal estado de la escalera y la humedad que muchas veces se da en esta zona hace que los alumnos con deficiencia visual o con problemas de movilidad caminen con «mucho miedo», cuenta la madre de un alumno.
Todo son pegas. Y por el momento el Ayuntamiento no ha respondido a los requerimientos del profesorado y los alumnos para mejorar las condiciones. El pasado octubre, a petición de este periódico, se pidió al gobierno municipal que se posicionara. La respuesta en ese momento fue que el Ayuntamiento conocía el problema y que trataba de definir a qué administración corresponde hacer los trabajos de acondicionamiento porque el edificio es municipal pero «la escalera de acceso está en una zona de privada de uso comunitario». Hasta hoy. No hay avances. Los problemas continúan y las movilizaciones públicas de los alumnos y profesores parecen inminentes.
«Algo hay que hacer porque las palabras ya no nos valen», advierte Filiberto, al que su lesión medular le obliga a hacer filigranas para subir y bajar las escaleras. Baja de espaldas. No le queda otra opción si quiere llegar a clase. Pueden imaginar el esfuerzo que supone para él. Es un ejemplo para el alumnado del centro.
La historia de la EPA en Herrera se remonta a 20 años. Tres profesores se encargaron de poner en marcha este centro. Para sus alumnos aprender es un regalo, no una obligación tediosa, y eso marca una diferencia que es fundamental. En su mayoría se trata de gente modesta y anónima que intenta alumbrar un expediente académico demasiado sombrío o que simplemente trata de adquirir nuevos conocimientos. Hoy son más de 400 alumnos -muchos de ellos mayores de 40 años- y 15 los profesores dependientes del Departamento de Educación del Gobierno Vasco los que acuden al centro, abierto de 9 de la mañana a 21.30 horas.
El problema para los alumnos son los malos accesos y no los ejercicios de matemáticas. Los alumnos y profesores deben salvar tres tramos de escaleras que con el tiempo se han ido deteriorando. Hoy resbalan con lluvia y por si fuera poco solo dispone de barandilla en uno de los lados de la escalera. Habilitar una pasarela desde la entrada del centro a la rotonda del Metro, entienden sus responsables, sería suficiente para eliminar el problema. «Hay que tener en cuenta que el abanico de edad de matriculaciones es muy amplio, ya que si la edad mínima es de 18 años, el centro cuenta con alumnado de personas con más de 70 años, que en muchas de ellas necesitan el uso de bastones e incluso muletas», aseguran responsables del centro.
Las peticiones para colocar una pasarela se remontan tres años atrás cuando arrancaron las obras de la recién inaugurada Estación de Metro y la remodelación de la rotonda en la Avenida José Elósegui. Aprovechando estas obras se pensó en que «quizás» se podía dar por fin con una solución. Pero nada de nada, por eso cada vez hay más partidarios de sacar sus reivindicaciones a la calle mediante movilizaciones. Se ha comenzado a elaborar un calendario de movilizaciones ya que ni la protesta remitida al Ayuntamiento por Lierni Izeta ha obtenido respuesta.
Y no es la primera vez que se mueven porque la dirección del centro ya realizó una campaña de recogida de firmas para solicitar al Ayuntamiento una rehabilitación del entorno. Los responsables del centro recuerdan que cuando remodelaron los baños se les exigió que cumpliera con las normas de accesibilidad, pero «no se preocuparon por comprobar si los accesos básicos eran idóneos para personas con movilidad reducida».
Alumnos tiene este año la Escuela. La edad mínima para poder matricularse es de 18 años. El 10% son personas mayores de 70 años. Según sus responsables, este porcentaje se incrementaría notablemente si mejorasen los accesos a las instalaciones. Hoy hay 15 profesores dependientes del Departamento de Educación del Gobierno Vasco.

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