Las personas con discapacidad son personas como cualquier otra. Esta afirmación, que parece evidente, no siempre está clara cuando se refiere al trato con ellas.
Nuestra primera reacción al observar que una persona presenta una discapacidad, con las limitaciones que ésta conlleva, es prestarle nuestra ayuda, de esta manera asociamos la discapacidad a la necesidad de dependencia de otros, cuando lo deseable es que la persona con discapacidad logre la mayor independencia posible.
Lo positivo sería consultar a cada uno si necesita o no ayuda y en caso afirmativo, cómo se la podríamos prestar. En los siguientes apartados vamos a ver algunas recomendaciones específicas de cómo actuar ante personas con discapacidades concretas. En todos los casos pueden seguirse una serie de recomendaciones generales:
• La regla básica es actuar con naturalidad. El trato que debemos mantener ha de ser lo más parecido posible al que dispensamos a cualquier otra persona. Por ello es muy importante evitar actitudes como las siguientes:
o Paternalismo y proteccionismo excesivo. Las personas con discapacidad no necesitan que estemos encima de ellas, excepto para necesidades concretas de las que ya estaremos informados o que ellas mismas nos pueden indicar.
o Pena o lástima. A nadie le gusta que estén compadeciéndose de él de manera continuada. Las personas con discapacidad desean vivir en situaciones normalizadas y que se valore lo que hacen por el mérito que tiene y no por el hecho de que sean personas con discapacidad.
o Miedo o rechazo. Esta es una de las partes más difíciles. A menudo no sabemos cómo tratar a una persona con dificultades para hablar o con limitación cognitiva o enfermedades mentales. Estos estereotipos nos provocan situaciones de rechazo que conviene evitar. Los consejos de los siguientes apartados pueden ayudarnos a evitar esas situaciones.
o Impaciencia. Muchas personas con discapacidad no comprenden bien las instrucciones que les damos o la comunicación con ellas puede ser dificultosa o lenta (por ejemplo, problemas de audición, habla, cognitivas,...). Si se dan esas situaciones es muy importante actuar con tranquilidad, ser pacientes, ya que no se trata de algo que la persona haga adrede. En los siguientes apartados hay algunos consejos sobre cómo facilitar el proceso de comunicación e interacción. Si una forma de comunicarnos no funciona, no hemos de perder la paciencia, sino que hemos de intentar otros modos de comunicarnos.
• Algunas personas con discapacidad necesitan que las ayudemos en ciertos momentos. Otras no lo necesitan en absoluto, o no desean que se les ayude. En cualquier caso, siempre hay que considerar lo siguiente:
o Si percibimos que una persona necesita una ayuda concreta, preguntárselo primero y no ofendernos si nuestra ayuda es rechazada.
o Hacernos visibles. La persona con discapacidad ha de saber que puede contar con nuestra ayuda cuando la necesite, pero no debemos estar encima de ella constantemente.
• En cualquier caso, la regla principal es que no debemos tener miedo en preguntar. Cuando no sepamos cómo tratar a una persona con una discapacidad determinada, lo mejor es preguntárselo.
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