'Me dan 31 euros, el dinero que se gasta Rajoy en unas cañas en el Congreso', afirma Carmen Albillo
'Albert Rivera es un falso y a saber quién está detrás de él', asegura
Carmen Albillo vive en el tramo más empinado de la calle Caridad Española. "La misma que no ha tenido el PP con mi marido", apunta. A esta vecina del municipio de Rueda se le caen las lágrimas cuando contempla al padre de sus tres criaturas postrado en una silla de ruedas de segunda mano. A ese hombre con la mitad derecha de su cuerpo paralizada por un maldito tumor auditivo. La mujer recuerda emocionada aquellos años en los que su José arreglaba la ermita del pueblo con un pico y una pala. O conducía autobuses por las sinuosas carreteras del País Vasco de los 70 "por 12 mil y pico pesetas al mes". No había tenido ni un sólo problema médico hasta que una mañana de marzo de 2010 sintió un mareo y su vida cambió para siempre. Lo que más le duele a Carmen no es rememorar aquel fatídico día. Es hablar de la ínfima ayuda de 31 euros que recibe al mes de la Junta de Castilla y León (PP) para cuidar a aquel agricultor que la enamoró cuando era una chiquilla de 14 años. "Me dan el dinero que se gasta Rajoy en unas cañas en el Congreso", se queja esta vallisoletana de 65 años. La misma a la que utilizóPedro Sánchez para atizar al presidente del Gobierno por los recortes durante su bronco debate del pasado lunes. Una mujer que muchos creyeron que era producto de la inventiva del socialista. Sospechas fundadas porque Sánchez ya había creado en las pasadas municipales un personaje ficticio para dotar de mayor dramatismo a sus mítines. Se llamaba Valeria y estaba parada.
Carmen tampoco tiene trabajo, pero sí es real y es alérgica a los focos. "No quiero que me saquéis como a la Preysler", dice mientras se arremanga su jersey verde militar. Encima de su mesa del salón hay un libro de novela negra y dos sobres. El de Albert Rivera y el de Pedro Sánchez.
-¿Va a votar a Ciudadanos?
-Qué va. Albert Rivera es un falso y a saber quién está detrás de él. Yo voy a votar a Pedro porque es una persona humana y ha cumplido su promesa conmigo-, expresa. La promesa del socialista no era otra que la que trasladó en mayo durante un mitin en un barrio obrero pucelano.
Aquella tarde de calor sofocante, Carmen se abrió paso entre cientos de militantes empujando la silla de ruedas de su esposo y ex alcalde socialista de Rueda, José Pérez Pocero. Mientras Sánchez regalaba selfies por doquier, Carmen reclamaba la atención del líder. Consiguió acercarse y contarle que los recortes del PP habían dejado su prestación por dependencia en 31 euros. El socialista le prometió que le ayudaría. Le rodeaba tanta gente que Carmen no pudo cumplir el sueño de su marido: hacerse una fotografía con Sánchez. "Espero que pueda hacérsela algún día", comenta. Desde aquel acto político, Carmen no volvió a tener noticias de Sánchez. Había mandado varias cartas al PSOE de Valladolid adjuntando la resolución de la Junta de Castilla y León en la que le informaban que su ayudapasaba de los 380 euros a los 31,92 euros al mes.
Carmen pensó que aquellas misivas quedarían en balde. Incluso se desplazó hasta el Congreso de los Diputados para asistir a uno de los debates sobre Ley de Dependencia y se volvió enfurecida. "Me dolió ver cómo algunos parlamentarios se dedicaban a mirar sus tablets durante las ponencias y no prestaban atención a un tema que es muy importante porque hay muchas personas como yo pasándolo mal. Mi caso no es aislado e incluso conozco a personas que tienen ayudas de 20 euros por dependencia", cuenta Carmen.
La mujer se sentía impotente. Pensó que por mucho que reclamase a la Junta de Castilla y León o al PSOE jamás restablecerían su ayuda de 380 euros. No tenía más ingresos más que los 31 euros de la prestación por dependencia y los 1.000 euros de pensión de su marido. Calderilla para los cuidados médicos de su marido. "Con 31 euros que me dan no me da ni para las medicinas de mi marido. Y con los mil euros de su pensión tampoco nos llega. He tenido que habilitar la casa para él, quitar los escalones, construir una rampa, comprarle barras para sus ejercicios y una silla de ruedas eléctrica de segunda mano que me costó 2.000 euros para poder subir con él la cuesta de mi domicilio", detalla Carmen. Ésta comenzó a sentirse desamparada. Sin fuerzas. Veía cómo sus reclamaciones caían en saco roto y su estado de ánimo comenzó a minarse. Dejó de pasear habitualmente por las calles de Rueda y se encerró en su casa. Se enganchó alGran Hermano y a los programas de política. Tanto es así que Carmen recita el nombre de los contertulios con la misma pasión que canta los goles de su Barça.
"Ya no quería salir porque no me gustaba que me preguntasen por mi marido. José es una persona muy popular porque fue alcalde y es muy querido. Fue el que trajo los aparatos de TDT al municipio y siempre ha querido ayudar a todo el mundo", recuerda Carmen. Su marido gobernó la localidad durante cuatro años (2003-2007) e incluso construyó un centro cívico con una donación del empresarioJosé María Ruiz Mateos.
"Me dio cinco millones de pesetas", recuerda José, que se suma a la conversación con mucha dificultad. Las cuerdas vocales de su lado derecho las tiene inmovilizadas. El hombre, que también trabajó en la cadena de montaje de la fábrica de Renault de Valladolid, recuerda cómo unos constructores trataron de sobornarle para conseguir unas licencias urbanísticas. "Me querían pagar un millón de pesetas por hectárea, pero dije que ni hablar", rememora José. De haber aceptado ese dinero, como sí hicieron otros políticos, su esposa no tendría que haber enviado cartas al PSOE de Valladolid pidiendo auxilio. Lo que no imaginaba Carmen es que una de esas misivas acabaría en Ferraz. En las manos de los estrategas del PSOE. Y menos aún que en un lance del debate, Sánchez se referiría a su problema preservando su identidad.
Rajoy, lejos de mostrar sensibilidad por "la vecina de Valladolid", se limitó a contestar que el presupuesto para Dependencia había aumentado en su legislatura un 50% con respecto a la de Zapatero. "Rajoy no fue nada humano", critica Carmen, a la que le dio un vuelco al corazón cuando vio que su asunto estaba en prime time. Le dio la mano a su marido y respiró tranquila. "Vi que Pedro había cumplido con su palabra", comenta. Ahora Carmen sólo espera un vuelco electoral para revertir su situación. Y reza por ello aunque le cueste mantener su fe en Dios. "Es difícil seguir creyendo cuando ves a una persona buena como mi marido en una silla de ruedas. No es justo. Él se ha desvivido por los demás y mira cómo la vida se lo ha pagado", expresa con pena Carmen. Una mujer coraje. Una gran arma electoral del PSOE que nunca quiso serlo.
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