lunes, 18 de mayo de 2015

"Los políticos deberían vivir en una silla de ruedas durante una semana"

Andrés, José, María y Santi reclaman «empatía» a los políticos
Andrés, José, María y Santi reclaman «empatía» a los políticos / ALFREDO AGUILAR
  • ELECCIONES MUNICIPALES 2015

  • La contienda electoral, vista por personas que sufren una discapacidad severa

La escena es tragicómica. Cuatro «‘seguratas’» alzan a pulso a un discapacitado y su silla de ruedas. Parece un paso de Semana Santa. Los ‘costaleros’ sudan como maratonianos a punto de sobrepasar el kilómetro 41. «A uno se le hincharon tanto los ojos por el esfuerzo que yo creí que se le salían», recuerda Andrés, que así se llama el protagonista de la singular ‘procesión’. Había decidido acudir a un espectáculo público en Granada y se conoce que nadie le esperaba. Así que hubo que improvisar en plan película de Berlanga. El recinto no estaba preparado para Andrés y acabó siendo paseado a hombros como si fuera el rey de alguna ignota tribu o un torero en una tarde triunfal.
El desarrollo de un país no solo se mide por su Producto Interior Bruto o por el nivel o el desnivel de su deuda. Una sociedad avanzada es, ante todo, aquella que es capaz de cubrir las necesidades de todos los ciudadanos, independientemente de sus características físicas, económicas, etc. La peripecia de Andrés es la prueba de que todavía nos queda un buen trecho por recorrer para alcanzar un grado de civilización decoroso.
Cuando Andrés rememora su aventura, ni ríe ni llora. Tampoco pretende dar pena. Su rostro se mantiene neutral. Es el gesto propio de quien ya está habituado a numeritos gimnásticos. Se lo toma con filosofía. Lo mismo le ocurre con la campaña electoral para las elecciones municipales del 24 de mayo, un trajín que observa como fuera una película muda. Ni siquiera ha decidido todavía si va a votar.
Igual les ocurre a José, María o Amancio, otros tres discapacitados que comparten residencia con Andrés. Incluso el discurso de Santi, que figura en el número 13 de una candidatura de una localidad de la provincia, es crítico con la política. Lo cortés no quita lo valiente.
A todos les molesta que los representantes públicos solo se acuerden de ellos para hacerse fotos y después, si te he visto, no me acuerdo.
Tampoco entienden que alguien prometa una cosa y luego no la cumpla. No les parece serio. Que nadie se equivoque, lo dicen sin amargura. Su tono es más bien reivindicativo. «Lo que tienen que hacer los políticos es ocuparse de los problemas de verdad y buscar soluciones. Pero solo hablan y hablan», se lamenta María.
Empatía
Como es natural, su principal preocupación es que la ciudad de Granada, en términos generales, no está preparada para ellos. «Hay poco sitio para los discapacitados y el poco que hay, lo ocupan los coches», afirma José.
O sea, que quien quiera intentar que Andrés y compañía no se vayan a la abstención el 24 de mayo, debería plantear medidas para remover los obstáculos que tienen que superar a diario. Y, por supuesto, hacerlas realidad. Pero, de momento, son ‘agnósticos’. Razones tienen para ello. «Yo no tengo Ley de la Dependencia, pero hay muchas personas que sí y no se la aplican. Se están muriendo sin que les llegue. Conozco a un chaval que le paso eso: se murió esperando», relata José. Así es difícil creer en la política. Aunque Amancio, que ha estudiado Derecho y conoce el paño, defiende que sin política no hay democracia. Pero la política, insisten los demás, no es hablar y hablar... porque las palabras, ya se sabe, se las lleva el viento.
Llegados a este punto, María lanza una idea que, en su opinión, ayudaría a que los responsables públicos descendieran a la tierra. «El próximo alcalde o alcaldesa de Granada debería vivir durante un mes en una silla de ruedas. ¡Qué digo un mes! Bastaría con una semana para que entendieran de qué estamos hablando».
Por su parte, José dice que las distintas administraciones públicas deberían comprometerse a blindar las residencias que atienden a los discapacitados. «Que no nos puedan desahuciar, vaya».
Amancio resume las demandas con una palabra mágica: «Empatía, lo que hace falta es que los políticos tengan empatía». Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua el significado de ese término es el siguiente: Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Es decir, ponerse en la piel del otro. Es un curioso, pero un niño de Primaria dijo en estas mismas páginas que para ser un buen alcalde o alcaldesa hay que ser capaz de sentir lo que sienten quienes viven mal.

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