"Quinceañero" |
Lo que más duele de ser tu madre
es no poder aliviar tu destino.
Lo que más duele de ser tu madre es la renuncia constante:
a tu risa
a tu abrazo
a saber qué piensas
y en qué sueñas cuando sonríes dormido.
Lo que más duele de ser tu madre es la negociación constante:
Acepto que me escupas a cambio de que comas.
Acepto piernas torcidas a cambio de caderas que no duelan.
Acepto levantarte, rescatarte de tu mar de orina,
mezclar mis lágrimas en el agua de la bañera,
a cambio del consuelo mezquino y deplorable,
de saber que otra madre se hermana conmigo
limpiando el vómito de un hijo trasnochado,
alcoholizado,
perdido,
y tan necesitado de amor y presencia como vos,
y tan triste y tan sola como yo,
juntas a la distancia,
pensándonos,
abrazándonos
y compadeciéndonos
sin conocernos.
Lo que más duele de ser tu madre es sentirle el olor a la muerte
y chuparle las entrañas a la vida con una intensidad insospechada,
con una sensibilidad agudizada.
Los contrarios presentes, mezclados, unificados,
en el agridulce sabor de un amor que desgarra,
rompe,
agota,
y de forma autopoyética,
repara y fortalece.
Lo que más duele de ser tu madre
es el apredizaje radical,
la toma de conciencia inesperada,
de mi vulnerabilidad,
desvalía
e impotencia,
confrontada con tu fortaleza,
resistencia,
y omnipresencia;
porque aún allí donde no estás,
te apareces, te pienso, te encuentro.
Maternarte es un viaje de ida,
y una vueltaa lo más recóndito, pusilánime y grandioso, de mi ser.
Carajo...es bastante así, aunque el amor es infinito y supera al dolor.
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