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Carla tiene 15 años y nació con parálisis cerebral. Desde muy pequeña su madre le prometía de mentirijillas que un día le traería unas alas para volar. Para esta niña, que no puede caminar y solo se comunica con el movimiento de su cara y de sus ojos, su madre, Dolores Navarro, y su padre,Manuel Herrera, han sido sus alas.
Hasta que hace unos días, Carla, que siempre había volado con la imaginación, pudo volar de verdad. Lo hizo el 24 de abril gracias al club de parapente Aventados. De la mano del experimentado piloto Borja Roig, sobrevoló el valle de La Orotava, entre La Corona y la playa de El Socorro. Carla exhibe una sonrisa celestial cada vez que recuerda ese momento.
Tiene una capacidad de comprensión muy por encima de su nivel de expresión. Su familia está esperanzada con la posibilidad de utilizar un sistema informático que puede permitir a la niña seleccionar letras y formar palabras y frases, pronunciadas luego por una voz automática
“Mi hija tiene derecho al ocio como cualquier otra niña. El parapente la hace superfeliz .Es un ejemplo de superación”, comentan, emocionados, sus padres, que viven, junto a sus tres hijos, en Ofra, distrito de la capital tinerfeña.
Todo empezó hace unos meses en una demostración de inflado, que Roberto Machín, maestro y parapentista, realizaba en la asignatura de Educación Física en el colegio Echeyde II, de Geneto. “Allí se acercó Carla, acompañada de Raúl de la Torre, su auxiliar, a contemplar esta actividad.
La niña está escolarizada en un aula de transición a la vida adulta, modalidad innovadora y específica en Canarias, en la que niños con diferentes discapacidades se integran en contextos escolares normalizados en la ESO”, según relata Machín, directivo de Aventados y artífice de esta emotiva historia.
En esa actividad escolar “sus ojos delataban alegría , se la veía muy contenta, y tanto su profesor,Sergio Delgado, como su auxiliar, coincidieron en que Carla quería volar”. Y Machín lanzó la idea: hacer realidad ese deseo.
El gran día llegó un mes después, el 24 de abril, en el festival Parafest, que organizan el Ayuntamiento de Los Realejos y Aventados, tras una víspera de ensayos en los que no fue posible volar por condiciones meteorológicas adversas..
Con viento nordeste, Carla despegó desde La Corona, de la mano de Roig, ayudado por Machín yEmilio Páez, con la supervisión de Chu Yanes.
“Pensé que sería una bonita experiencia para la niña, lo que no me imaginé fue que esa experiencia iba a ser inolvidable para mí”, confiesa el piloto que estuvo al mando del parapente.
Abajo, en la playa, la esperaba su familia, y los parapentistas Teguayco González y Airam Rodríguez. Durante el vuelo, convertida en águila y con el valle de La Orotava bajo sus pies, Carla debió de sentir en su espalda las alas que tantas veces su madre le había prometido. Pero en verdad eran las alas de su propia voluntad las que hacían realidad su sueño.
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