miércoles, 4 de mayo de 2016

Éxito para la escuela inclusiva

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Hace 25 años Mariona Torredemer reunió a las familias de los alumnos de su colegio para explicarles el que iba a ser el nuevo proyecto pedagógico de la escuela que los estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE) del centro compartieran aulas con los del colegio público Lanaspa, situado justo frente por frente, la idea no acabó de convencer a algunos padres.

“Tenían miedo de que sus hijos pudieran sentirse excluidos, de que los niños del colegio ordinario se rieran de ellos o los rechazaran”, recuerda Torredemer, directora del centro de educación especial Crespinell.
Allí se escolarizan menores con distintos grados de discapacidad y Torredemer estaba convencida de que muchos de ellos podían seguir perfectamente “las clases normales”.
En contra de lo que temían las familias, la experiencia fue un éxito, hasta el punto que unos años más tarde, en el 2002, la colaboración se amplió también al instituto de secundaria Montserrat Roig, a pocos metros de distancia.
Hoy, el triángulo que forman estos centros educativos de Terrassa (el Crespinell, el Lanaspa y el Montserrat Roig) es un referente para quienes reclaman que la escuela catalana sea, de una vez, una escuela verdaderamente inclusiva.
Una de las particularidades que hace que el proyecto educativo a tres bandas de Terrassa sea un ejemplo a seguir es “el trabajo de coordinación que durante tantos años han desarrollado los equipos docentes de los tres centros (dos de titularidad pública y uno concertado), con alumnos, a su vez, de una gran diversidad de orígenes“,
Todo este reto y metodología es ganadora del los  premios Ensenyament de la Fundació del Cercle d’Economia.

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