Redacción
- 19 diciembre 2014
Cuando Claudio de Oliveira nació hace 38 años en Monte Santo, Brasil, a su madre le recomendaron no alimentarlo porque los doctores pensaron que no sobreviviría.
De Oliveira tiene una rara condición congénita llamada artrogriposis, que causa contracciones permanentes en las articulaciones y fusiones en los huesos.
"Nací de parto natural pero con este problema físico de tener mi cabeza al revés sobre mi espalda", contó a Gibby Zobel del programa Outlook de la BBC. "Camino de lado sobre mis rodillas y tengo mis manos pegadas unidas al frente".
Sus limitaciones físicas, sin embargo, no le impidieron realizar estudios y graduarse como contador.
En su casa tiene una oficina, utilizando su barbilla y labios para operar el ratón de la computadora.
Y su condición no le afecta ver la pantalla como todo el mundo.
"Los especialistas dijeron que es un caso de adaptación perceptiva visual. Muchas personas imaginan que debido a mi deformidad y la posición invertida de mi cabeza veo al revés, pero yo veo normalmente".
"Si tienes la cabeza al revés el cerebro se adapta para ver correctamente".
Impacto al nacer
Su madre, María José Vieira Martins, recordó el trauma emocional de su nacimiento.
"No había un hospital en el pueblo en esa época y un médico aprendiz nos salvó la vida a los dos", relató. “Yo estuve en dificultades durante el parto por la forma del cuerpo de Claudio.
"No lo vi sino hasta varias horas después, cuando me enteré de su deformidad. Confieso que lloré por tres días", agregó.
"Los médicos pensaron que no valía la pena alimentarlo porque tenía una respiración muy débil. Su padre se opuso y ahora aquí lo tenemos”.
Con el paso de los años se planteó la posibilidad de operar a su hijo para corregir las deformidades, pero se corría el riesgo de que quedara paralizado. Fue él mismo quien decidió no someterse a la operación.
"Es feliz así. Es solo un defecto físico", apuntó María José. "Nunca lo he escuchado preguntarse por qué él as así”.
Motivación oral
Y esas ganas de vivir lo llevaron a empezar a compartir su historia y a convertirse en orador.
Todo comenzó en 2000 cuando lo convencieron para hablar en la iglesia de un pueblo vecino. Con el paso del tiempo, terminó convirtiéndose en un conferencista internacional.
"Podrías mirarme y decir qué puede hacer un hombre que camina sobre sus rodillas aparte de rezar. A pesar de tener este cuerpo, que es un poco diferente, nací sin limites gracias a mi coraje y voluntad de pelear por mejores días".
Ahora viaja constantemente al exterior sirviendo de inspiración para otros.
"Ni siquiera yo mismo lo creo. Para mí es algo nuevo, muy interesante y gratificante".
Recientemente, en una visita a Estados Unidos dictó varias charlas, incluyendo una universidad, una conferencia católica internacional y un centro de rehabilitación para consumidores de drogas.
"Disfruté todos, pero lo que más destacó es el centro de tratamiento de drogas. Fue maravilloso. Todos los presentes se emocionaron mucho y estoy seguro de que pude transformar la vida de cada uno de ellos".
Y su madre, María José, se siente orgullosa y transformada ella misma por todo lo que su hijo ha conseguido.
"Me siento muy feliz. Confieso que nunca pensé que lograría tanto. Pensé que tendría que cuidarlo hasta mi muerte, que sería dependiente de mí, pero es lo contrario. Incluso quizás soy yo la que depende de él”.
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