- Jesús Souffle tiene 26 años y padece síndrome de Down, fue capacitado por el Centro Ocupacional Manos a la Vida para tener expectativas de vida y desarrollo, ahora Jesús sólo espera una oportunidad de trabajo
Jesús Souffle tiene 26 años y padece síndrome de Down.
"Que me den empleo, no le hace que tenga síndrome de Down pero, quiero esta oportunidad, la quiero para trabajar".
Actualmente realiza prácticas laborales como mesero en la cafetería La Buena Vibra, un espacio ideado por el Centro Ocupacional Manos a la Vida, para que jóvenes, con discapacidad intelectual, se capaciten y puedan obtener un empleo.
"Se canta unos chilaquiles con pollo", dice Jesús.
Los padres de Jesús encontraron en el centro ocupacional Manos a la Vida" la mejor opción para que el joven desarrollara su capacidad intelectual y física.
"En servicios generales me enseñan cómo archivar, cómo contestar el teléfono, sacar copias".
Jesús Souffle forma parte de un grupo de 46 jóvenes con discapacidad intelectual y síndrome de Down.
"Se capacitó aquí con nosotros en la atención de mesero, donde también hizo sus prácticas laborales en atención a cliente en un hotel y estamos ya en espera de su contratación", explica María Guadalupe Molina, subdirector del Centro Ocupacional Manos a la Vida.
El centro, ubicado en Hermosillo, Sonora, proporciona capacitación a través de los talleres de jardinería, servicios generales, vida práctica, mantenimiento y taller de cocina.
Jesús, tal vez, es el mejor ejemplo de un joven con síndrome de Down que recibió atención especializada desde temprana edad y, gracias a ello, tiene una mejor expectativa de vida.
"Ha logrado todo lo que ha querido entonces, ahorita su meta es trabajar y casarse", afirma Aída Díaz González, coordinadora académica.
Sí, Jesús quiere casarse con Yeraldin, una joven que actualmente recibe capacitación en el Centro Ocupacional Manos a la Vida.
"Nuestro amor es muy lindo, es agradable, me junto más con ella, conversamos y tomamos decisiones".
Jesús y Yeraldín encontraron en el centro el apoyo para desarrollar sus capacidades. Ahora tienen una alta expectativa de vida, antes inimaginable.
Manos a la Vida cuenta con instalaciones adecuadas y un equipo especializado que, todos los días, trabaja para que estos 46 jóvenes logren una inclusión social y laboral.
"Aún nos falta mucho para llegar a ser totalmente una sociedad incluyente en todas las áreas de discapacidad, principalmente con la discapacidad intelectual. Aún tenemos un temor de poder ver a estas personas sin barreras, tratarlas como a cualquier otra persona y darles las mismas oportunidades", refiere María Guadalupe Molina, subdirectora del Centro Ocupacional Manos a la Vida.
Detrás de Jesús Souffle hay una familia que lo ha apoyado en todo momento.
"Mis padres me apoyan, tengo una hermana que me apoya la quiero mucho".
Jesús creció con los mejores cuidados que sus padres le podían dar.
"Ya a los dos, tres años lo llevamos a escuelas para terapia de movimiento y de lenguaje".
Jesús es un excelente atleta. Ha obtenido 56 medallas en competencias nacionales e internaciones para jóvenes con síndrome de Down, sus especialidades: natación y atletismo.
En la casa también tiene responsabilidades.
"Hago las tareas, leo, labores, boliche y labores de limpieza".
Este joven tiene un pasatiempo. Sin ayuda, buscó por internet un batería, contactó al vendedor y la compró.
Jesús Souffle dice que está listo para sortear la vida, sólo pide una oportunidad.
"Que me den empleo, no le hace que tenga síndrome de Down pero, quiero esta oportunidad, la quiero para trabajar".
AGHO
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