"El Gobierno está recortando la calidad de vida y la dignidad de miles de discapacitados y dependientes". Con esta contundencia se expresa Elvira Murcia, una valenciana de 41 años que desde que nació padece unaosteogénesis imperfecta, popularmente conocida como laenfermedad de los huesos de cristal, que le ha obligado a depender siempre de una silla de ruedas para moverse. Además de ser víctima de los recortes del Ejecutivo central, también está sufriendo, como el resto de los dependientes valencianos, el adeudo de dos meses de su prestación,unos 286 euros mensuales que apenas le dan para nadaporque "no hay dinero", según el Gobierno de Carlos Fabra. Una 'excusa' que indignó a Elvira hasta el punto de llegar a permanecer dos días encadenada a las verjas de la sede del Palau de la Generalitat para denunciar los impagos a los más vulnerables.
Elvira vio cómo la prestación que recibía por su enfermedad se redujo de 337 a 286 euros el pasado mes de julio tras el 'tijeretazo' de Rajoy al sistema de dependencia. El siguiente golpe se produjo al mes siguiente cuando ella y todos los dependientes de la Comunidad Valenciana dejaron de recibir sus ayudas sin previo aviso, una situación que se repitió en los tres meses siguientes. Con cuatro meses impagados,Elvira se rebeló ante esta injusticia y se convirtió, sin quererlo, en un símbolo de la lucha de este colectivo al encadenarse durante 48 horas ante el Palau de la Generalitat.
"Lo hice por la impotencia y el malestar que están generando a muchas familias al no cumplir con la Ley de la Dependencia. El objetivo de esta norma era mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestros cuidadores y también nuestra dignidad. Cuando te dicen que no te pagan porque no hay dinero, y ves todo lo que se ha despilfarrado en esta comunidad y la cantidad de escándalos de corrupción que estallan casi a diario, llega un momento en que estallas porque estas harta y avergonzada de tanto cinismo e hipocresía", denuncia.
Su acto de rebeldía obligó a los dirigentes valencianos a reunirse con ella tras ser desencadenada. Elvira lamenta que a pesar de las promesas y las buenas voluntades y palabras del presidente de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra, y la consellera de Bienestar Social, Asunción Sánchez Zaplana, las cosas no han cambiado mucho."Me prometieron un calendario de pago de las prestaciones para que cobrásemos entre el 10 y el 15 de cada mes y el desembolso de los cuatro meses que nos debían. Un mes después rompieron su palabra respecto a los plazos de cobro, al menos pasamos de que nos debieran cuatro meses a dos y así es como seguimos ahora con dos meses de retrasos", subraya Elvira.
Si hay un nuevo recorte más en esta materia, nos enterrará a todos nosotros también
Esta valiente mujer denuncia que tampoco le han pagado el pasado marzo 2.500 euros que le adeudan de retroactividad. "El año pasado me debían 12.000 euros, pero como no podían pagarlos me los dividieron en cuatro pagos anuales que se efectuaban en el mes de marzo hasta 2015. Han pasado dos meses y no sólo no me los han pagado sino que nadie es capaz de decirme si lo haré algún día".
Elvira teme que el nuevo 'hachazo' anunciado del Gobierno a la dependencia, unos 1.108 millones de euros para este año, acaben por desmantelar este sistema. "Si Rajoy quiere acabar con esta ley que lo diga claro, lo que no se puede hacer es torturarnos a los dependientes y discapacitados de esta manera con la incertidumbre y el miedo que genera en miles de familias. Si hay un nuevo recorte más en esta materia, nos enterrará a todos nosotros también", advierte.
Combativa y luchadora en su día a día
Con un 85% de discapacidad y hasta tres operaciones de espalda, esta luchadora reconoce quesus graves lesiones auditivas le están dejando sorda. "Tendría que ponerme un audífono en uno de los oídos pero no puedo afrontar los 2.500 euros que cuesta con mis ingresos, además antes tendría que arreglar varios problemas bucales que me provoca mi enfermedad", lamenta.
Su enfermedad no es óbice para que Elvira tenga una vida diaria muy ajetreada. Colabora con la Asociación Valenciana de Dependientes y Cuidadores (AVADEC), la Plataforma en Defensa de la Ley de Dependencia y otros colectivos de dependientes y discapacitados. A través de estas organizaciones, Elvira mantiene reuniones, da conferencias y participa en talleres de discapacidad, además de participar en diversas entrevistas y reportajes de los medios de comunicación para denunciar su situación y la de miles de familias.
Elvira seguirá luchando contra viento y marea por conquistar una dignidad arrebatada
Reconoce que le incomoda que sea considerada como una especie de icono o símbolo de la lucha de los dependientes tras haberse encadenado. "Fue idea mía pero no lo hubiera logrado sin el apoyo de mi familia y diversas asociaciones y colectivos. Mucha gente me dice que soy muy valiente por enfrentarme a las injusticias pero considero que es fruto del hartazgo y del aniquilamiento de nuestra dignidad. Llega un momento en que te da igual todo, además yo soy muy rebelde y me salgo del circuito oficial y así me pasa, que me meto en muchos líos", bromea.
Su 'rebeldía' y valentía le han llevado a abordar a los políticos valencianos con los que se cruza cuando sale de paseo por la ciudad. "No me corto, cuando veo a uno me acerco y le digo todo lo que pienso, a los políticos les da miedo que la gente de la calle les diga a la cara la verdad, pero me da igual".
A pesar de su situación, Elvira se siente muy afortunada por contar con el cuidado y el cariño de su incansable madre. "Tengo la suerte de que mi familia me cuida y me apoya al 100% acompañándome a las manifestaciones y en mis actos de protesta. Sin embargo, hay muchos dependientes y discapacitados cuyo futuro se va oscureciendo con tanto recorte porque el día que desaparezcan sus cuidadores se habrá desvanecido el pilar fundamental de su vida, eso es muy duro", asegura. Por ello, esta 'rebelde' no piensa rendirse y asegura que este colectivo seguirá luchando contra viento y marea por mejorar su calidad de vida y conquistar una dignidad arrebatada tanto tiempo por un sistema que a menudo olvida a los más vulnerables de la sociedad.