lunes, 17 de agosto de 2015

Un bar, la forma ingeniosa de derrotar el autismo


La historia de una pareja filipina que supo cómo ayudar a su hijo.

Manila.- José Canoy tenía 12 años cuando su familia se dio cuenta de que ya no le iba a ir bien en la escuela. Tiene autismo y a esa edad empezaron a entender que, al contrario que otros niños de su edad, José nunca iba a poder hacer una redacción sobre historia o memorizar los planetas del sistema solar. Y en el colegio no recibía mucho apoyo. Su madre, Girlie, siempre vio el autismo de José como una fuerza positiva y dice que unió a la familia.
Pero le preocupaba qué podía hacer por José, hoy de 22 años, para asegurarse de que tuviera una seguridad en el futuro, según el informe de BBC Mundo.
La familia decidió que podía abrir un bar y Girlie puso el negocio en manos de sus seis hijos, incluido José, que es copropietario y trabaja como mesero unas tardes a la semana.
Los clientes se enojan ocasionalmente cuando no entienden por qué les cuesta comunicarse con los camareros, pero esas interacciones se convierten en oportunidades para cambiar la percepción sobre el autismo.
Inspirada por el cambio positivo que vio en José cuando empezó a aprender cosas prácticas, decidieron emplear a más gente con autismo y lo llamaron Puzzle Cafe (Café Rompecabezas), porque el símbolo internacional del autismo es una pieza de un rompecabezas.
Este símbolo es una constante en el negocio, desde los almohadones de los sofás hasta los delantales que visten los meseros.
Por dentro, el local parece uno de los restaurantes de moda en Manila. En una estantería hay mermeladas de importación y paquetes de risotto. En otra hay pulseras y collares hechos por autistas.
Romper el estigma en torno al autismo es una parte importante de lo que la familia Canoy espera conseguir con su negocio. Y vista la experiencia positiva de José, la familia decidió contratar a personas con esta condición. Ahora los 10 camareros del Puzzle Cafe son autistas.
Su hermana Ysabella estudió educación especial en la universidad y le ayuda a escribir los pasos para hacer kalamansi, o jugo de lima filipino, y lo anima a saludar a los clientes con cortesía, a dar la mano y a decir gracias. José busca su mano cuando siente ansiedad.
Con la ayuda de Josephine de Jesús, una logopeda especializada en niños autistas, el café cuenta con tarjetas escritas e ilustradas con fotos que simplifican cada actividad para los empleados: desde la distancia a la que se deben parar para saludar a los clientes hasta los pasos para hacer y servir los waffles.
De Jesús se ofrece voluntariamente para ayudar en el café, porque lo considera un buen lugar donde los autistas pueden practicar sus habilidades fuera de la predictabilidad de una clínica.
Además, en el café le dan formación a una pareja adulta con síndrome de Down y trabajo a una joven con parálisis cerebral. En cuanto a José, si se le pregunta cómo se siente por trabajar en el bar, contesta: “¡Feliz, me siento feliz!”.
Un trastorno neurológico más común en los nenes
José e Ysabella se llevan sólo dos años y están muy unidos. Ysabella cuenta que fue en una piscina en un hotel -cuando ella tenía 6 años- que se dio cuenta por primera vez de cómo los otros chicos y los adultos miraban a José.
Él se estaba comportando como hacía siempre, moviendo los brazos y hablando consigo mismo y con sus juguetes, ocupado en sus cosas. “Cuando la gente empezó a mirarlo, me di cuenta: ‘Ah, es porque él es diferente’”, recuerda.
¿En qué era diferente José?
El autismo es un trastorno neurológico complejo que daña la capacidad de una persona para comunicarse y relacionarse con otros. Se manifiesta en comportamientos repetitivos, como arreglar objetos de manera obsesiva o seguir rutinas muy específicas. Los síntomas pueden oscilar desde leves hasta muy severos. Y por lo general duran toda la vida.
Actualmente se diagnostica con autismo a 1 de cada 68 personas y a 1 de cada 42 niños varones, y es más común que los casos de cáncer, diabetes y sida pediátricos juntos. Se presenta en cualquier grupo racial, étnico y social y es cuatro veces más frecuente en los nenes que en las nenas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario