Leonor, de 60 años, tiene que cargar a su hijo a la espalda cada vez que sale de casa. Vive en un tercer piso, sin ascensor, y su hijo, de 40 años y 80 kilos, tiene parálisis cerebral y una distrofia muscular que le impide valerse por sí mismo. Llevan más de 10 años solicitando una vivienda adaptada. Y en el último sorteo del Gobierno canario tampoco se la han adjudicado. A pesar de la decepción y de sus numerosos achaques, no dejará su lucha.
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