Una renuncia obligada. El cordobés José Antonio Ballesteros se ha visto obligado a prescindir de las clases de tres asignaturas del ciclo formativo de talla en madera que cursa en la Escuela de Arte Matero Inurria, que gestiona la Junta de Andalucía, por el mero hecho de que el edificio no se encuentra adaptado para que personas con algún tipo de discapacidad o movilidad reducida puedan campar a sus anchas por él. Las aulas donde se imparte Historia del arte, Dibujo artístico y Dibujo lineal se encuentran ubicadas en la primera planta de la Escuela y solo una gran escalinata lleva hasta ellas.
La dirección del centro consiguió hace unos años que la delegación provincial de Educación, Cultura y Deporte aprobara la instalación de un ascensor en el edificio, pero hasta la fecha la obra no se ha llevado a cabo. Ante la realidad de que José Antonio no puede cursar estas asignaturas solicitó el pasado mes de noviembre al director de la Escuela que no se consideraran consumidas las convocatorias del presente curso para estas materias.
"No veo justo que tenga renunciar a estas asignaturas cuando es un problema que no he generado yo sino que estaba ahí cuando me matriculé. Entonces me tenían que haber dicho qué asignaturas podía cursar y cuáles no para no agotar convocatorias, pues solo puedo renunciar una sola vez", explica Ballesteros.
Éste trabaja en el Ayuntamiento de Almodóvar del Río como informador telefonista y no se ha encontrado en los 25 años que lleva paralítico tras sufrir un accidente de coche ningún tipo de obstáculo. Todo lo contrario: no solo desempeña su profesión con total normalidad sino que incluso se ha convertido en un corredor de carreras populares. Sin embargo, gracias a la Junta de Andalucía se está encontrando con verdaderos problemas para poder formarse.
El director del Mateo Inurria denegó la solicitud presentada por Ballesteros amparándose en la orden de 4 de octubre de 2010 por la que se establece la ordenación de la evaluación del proceso de aprendizaje del alumnado de las Enseñanzas Profesionales de Artes Plásticas y Diseño de Andalucía. Ante esto, el propio director lo invitó a que renunciara a dichas asignaturas sin más.
Sin embargo, José Antonio se pregunta qué pasará el año que viene, pues desde el centro no le aseguran que el curso próximo trasladen las aulas donde se imparten estas materias a la planta baja del inmueble o que la Junta vaya a solucionar el problema colocando una rampa o construyendo un ascensor. El ciclo que cursa se supera en dos años, pero éste lamenta que a él le costará el doble de tiempo "de forma obligatoria" por la falta de accesibilidad del edificio.
En cualquier caso, Ballesteros quiere matizar que los trabajadores de la Escuela se están volcando en facilitarle su estancia en la misma, una actitud que contrasta con la que está manteniendo la Junta de Andalucía, dice, al no adaptar el edificio para que pueda culminar con éxito sus estudios.
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