ROSANA B. CRESPO / VALENCIA
Día 02/11/2013
Nacido con amputación congénita de extremidades, se convierte en modelo de superación para jóvenes valencianos
Kyle Maynard ha venido a Valncia acompañado de sus hermanas, uno de los apoyos fundamentales en su vida. Este joven estadounidense de 27 años y, sin duda, una persona excepcional, se prepara para dar una charla a miles de jóvenes en el congreso «Lo que de verdad importa», celebrado el pasado miércoles. Antes, atiende a ABC.
Kyle nació con una amputación congénita de brazos y piernas, pero su determinación lo ha convertido en un luchador. Y no sólo en sentido metafórico, puesto que consiguió convertirse en campeón del estado de Atlanta de lucha libre, compitiendo con otras personas que no tenían ninguna discapacidad física.
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Proceso difícil
«Aceptarme a mí mismo ha sido ha sido muy duro, pero doy gracias de no ser otra persona»
«Mis padres me inculcaron desde joven que podía hacer cualquier cosa, su apoyo ha sido vital. Cuando era pequeño lo fue en cosas básicas, como ayudarme a comer, sacarme a pasear, a conocer gente… pero más tarde se convirtió en un impulso gracias a su mentalidad. Su mayor regalo ha sido mostrarme que puedo valerme por mí mismo», declara.
La prueba más importante ha sido aceptar su naturaleza. «Lógicamente, antes deseaba que las cosas fueran diferentes, no haber nacido así, llevar una vida normal. Pero ahora me digo a mí mismo que he tenido suerte, porque de lo contario no podría vivir todo lo que estoy viviendo, como ayudar a la gente, animarles con sus retos personales, dar charlas ante estudiantes, transmitir ánimo... sería otra persona», explica.
Una de las ideas «más estúpidas», como él mismo la califica riéndose, que ha tenido hasta ahora fue escalar el Kilimanjaro (sin ayuda de prótesis), siendo el primer tetra amputado en conquistar este monte. «Hay dos cosas que encontré similares a mi vida real al escalarlo. La primera, que el camino fue muy largo: 45 kilómetros hasta alcanzar casi 6.000 metros de altura. El quinto día ya estaba destrozado porque no imaginé que fuera tan duro. Aun así, y ahí viene la segunda similitud con mi vida, nunca me rendí. Recordé por qué estaba ahí, quería vivir esa experiencia y, sobre todo, mandar un mensaje de esperanza. Iba con veteranos de guerra de EEUU, que habían perdido brazos o piernas y teníamos el honor de llevar las cenizas de un soldado hasta la cima a petición de su madre», relata.
Las ganas de demostrar el poder de la voluntad le llevaron a escribir «Sin excusas», un libro que se convirtió en best seller. Por ello, cuando se le pregunta por la discapacidad su reflexión también se convierte en excepción: «El primer paso para la integración es aceptar que todo el mundo tiene una discapacidad. Cada uno tiene algún problema en su vida que lo incapacita en determinados aspectos, hay una delgada línea de separación entre alguien como yo y aquellos que consideran éxito algo equivocado o que no se atreven a intentar cosas poniéndose una barrera a sí mismos. La verdadera felicidad está en el interior de las personas, que somos más felices de lo que pensamos y no nos damos cuenta. Puede que el sufrimiento ayude a averiguarlo».e
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