martes, 26 de noviembre de 2013

Los cuidadores también deben cuidarse para ofrecer los mejores cuidados


21/11/2013
Aquellos padres con un hijo que requiera cuidados especiales dedican mucho esfuerzo en garantizar que tenga la mejor calidad de vida posible.
A pesar de entregarse con cuerpo y alma, el papel de cuidador puede ser agotador, física y emocionalmente. Para ofrecer los mejores cuidados, el cuidador también debe cuidarse. 
Un cuidador es aquél que se dedica a ayudar a una persona dependiente para que tenga la mayor calidad de vida posible. Trabaja lo más cerca posible de la persona, lo que resulta agotador y suele vivir una intimidad muy cargada emocionalmente.
El cuidador se ocupa de muchas funciones y muy variadas, algunas resultan más sencillas que otras, ya sea desde el punto de vista físico (bañar a la persona cuidada, transportarlo, etc…) o bien desde el punto de vista emocional. 

Las necesidades del cuidador

La persona que cuida debería tener información adecuada sobre la enfermedad que padece la persona cuidada y su posible evolución. 
Por otro lado, los cuidadores también tienen unas necesidades que deben ser reconocidas: 
  1. Requiere una orientación sobre cómo afrontar las carencias progresivas y las posibles crisis que puede tener la enfermedad.
  2. Si es necesario, se le debe ayudar, a organizarse el tiempo y las pausas.
  3. El cuidador debe poder utilizar los recursos disponibles: refuerzos físicos de otras personas, disponibilidad de tiempo y deseos de compartir los cuidados que tienen otros miembros de la familia.
  4. Debe saber cómo obtener ayuda (amigos, asociaciones de voluntarios, asociaciones de pacientes, servicios de bienestar social…)
  5. Debe mantener, en la medida de lo posible, sus actividades habituales.
El cuidador debe tener como prioridad el cuidarse.

¿Qué es el burn-out?

Si bien el fenómeno de burn-out ya se da en padres con hijos sanos, en el cuidador se intensifica mucho más. Es es el agotamiento del cuidador, se trata de un estado de fatiga o de frustración. Se produce por el hecho de consagrarse, dedicarse de forma intensa, a una causa, a una manera de vivir o una relación que, por la situación misma del paciente o las características dela enfermedad, no aporta la recompensa que desearíamos.  
Esto puede llevar a perder el sentido profundo de lo que estamos haciendo y acabar influyendo en la motivación esencial que mantiene al cuidador en su compromiso. El agotamiento del cuidador es, además, la respuesta a un estrés emocional crónico que tiene tres componentes:
  1. Agotamiento físico y/o emocional.
  2. Disminución de la productividad en el trabajo y sus tareas.
  3. Despersonalización, disminución o pérdida de las relaciones personales con otros. 
Además, el burnt-out o agotamiento, puede llevar a caer en el falso sentimiento de la persona cuidadora de no ser bueno para nada.
El agotamiento puede aparecer porque el cuidador es el que mejor conoce al niño dependiente, los lazos de afecto existentes entre ellos desde hace años son a la vez un refuerzo para él, pero también un foco de dolor y angustia. Además, a menudo los cuidadores no disponen de un espacio ni tiempo donde compartir sus emociones y darles la importancia que se merecen.

Fatores desencadenantes del desgaste del cuidador:

Hay ciertos factores desencadenantes de este agotamiento como:
  • La sobrecarga de tareas
  • Los horarios excesivos
  • La ausencia de una red personal de soporte como recurso
  • Las relaciones laborales o familiares
  • El reconocimiento de los demás
  • La ambigüedad de roles y los conflictos que esto provoca. 
  • La gravedad de la enfermedad de la persona cuidada. 

Síntomas y signos de alerta que se deben tener en cuenta en el cuidador

  • Cansancio, agotamiento físico y psíquico, insomnio.
  • Problemas físicos (somatización): palpitaciones, temblor, molestias gástricas, dolor de espalda, dolor de cabeza…
  • Pérdida de interés por las aficiones habituales.
  • Cambios bruscos de humor, susceptibilidad, irritabilidad, agresividad.
  • Problemas para concentrarse.
  • Aislamiento social.
  • Consumo excesivo de alcohol, cafeína, o pastillas para  dormir. 

¿Qué pasa si no atendemos el agotamiento?

El agotamiento que no es adecuadamente atendido tiene el riesgo de llegar a repercutir en un automaltrato. El cuidador se maltrata a sí mismo porque no quiere reconocer su agotamiento y la necesidad de ser ayudado él mismo. 
Se arriesga además a tratar mal a su entorno mediante la agresión verbal o por negligencia, llegando incluso a influir de forma negativa en el cuidado de la persona de la que se ocupa, en los casos más extremos. 

¿Podemos prevenir el agotamiento?

Hay algunas medidas que nos pueden ayudar a prevenirlo:
  • Es fundamental cuidar la propia salud: comer sano y con un horario respetado, hacer ejercicio y despejar la mente (pasear por la naturaleza, yoga, meditación, relajación, deporte…).
  • Descansar; respetar las pausas de reposo, dormir suficiente.
  • Evitar el aislamiento: familiares, amistades, asociaciones… mantener un entorno personal que nos apoye.
  • Mantener las aficiones habituales.
  • Desconfiar de las sustancias estimulantes o relajantes: alcohol, tabaco, psicotropos.
  • Tener muy presente el sentido del humor. 

Actividades que ayudan a cuidarnos

  1. Ejercicios respiratorios y de relajación: Ser consciente de la propia respiración. Realizar 4-8 respiraciones profundas, abdominales, con la mano colocada sobre el abdomen. Soltar el aire lentamente…Intentando ser conscientes y concentrarnos sólo en esta maniobra, inspirar…espirar…
  2. Realizar meditación: ofrecemos un pequeño vídeo que puede resultar de utilidad:
  3. Estiramientos musculares globales de la columna vertebral, de la zona cervical, de la zona lumbar.
  4. Visualizaciones: se trata de imaginarse situaciones que nos resulten relajantes. Hay muchas diferentes. Por ejemplo, relajados, sentado o tumbados, en un ambiente tranquilo, de casi silencio o con música relajante, pensar que nuestro cuerpo es todo de cristal, transparente y visualizar cómo poco a poco se  va llenando de pintura de color azul, los dedos de los pies, el pie, el tobillo…todo muy lentamente.
  5. Automasajes: realizados por la nuca, el cuero cabelludo. También se puede utilizar la reflexoterapia (masajes en pies y manos)
  6. Baños calientes con aromaterapia
  7. Escuchar música
El autocuidado del cuidador es básico para el bienestar personal y para poder ofrecer una mejor atención a la persona dependiente. La detección y prevención del agotamiento ha de ser un objetivo prioritario tanto a nivel individual como institucional, para evitar el sufrimiento del cuidador y, en casos extremos, que repercuta en la persona cuidada.
Con pequeños cambios de actitud, de mirada hacia la persona cuidada y de organización, se pueden producir grandes beneficios en la relación de ayuda.

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