jueves, 17 de octubre de 2013

Silvia Morante.


 Esinevitable que las personas que compartieron sus vidas con alguien que acaba de fallecer se sientan tristes y es en estos momentos donde los amigos y familiares deben brindarles su apoyo y compresión. Había quedado con Silvia en que cada día le regalaba un abrazo virtual en su muro. Su tía Carmen Eguren le daba sonrisas en canciones y videos. Su tía Begoña de Luna hablaba con ella, y a Silvia le gustaba oírla y sonreía a su voz. El impacto del mensaje en la mañana de hoy, temprano, de mi hermano Rafael Morante, diciéndome que Silvia había fallecido me dejó completa y absolutamente perdido, sentado en el patio de mi casa, aún de noche, tomando un té verde, me quedé mirando la brillantez del móvil con la noticia dada por mi hermano…Reaccionando, poco a poco, pasando por el dolor y cubriendo el abanico de mil pensamientos que en segundos se traducen en sensaciones físicas y anímicas. Una contestación mía, al final, “lo siento Hermano, lo que necesites aquí me tienes” escribí lapidariamente en un momento donde eso precisamente no se espera ver a quien te está dando la noticia de la muerta de su hija. Perdona, Rafa, no supe que decirte.


Porque me di cuenta que la noticia :”Hermano Silvia falleció…”hizo en mi mente un efecto demoledor; no sentí nada, es decir no como yo pensaba que debía ser el sentimiento de conocer la noticia de manera directa de su muerte. No hubo gritos, no hubo lágrimas a raudales, era una especie de emoción adormecida, como si mi cuerpo se protegiera para no explotar. Para no derrumbarme, la quería muchísimo, como una sobrina carnal .Pienso que solamente estaba esperando a que me lo anunciaran, Carmen ya me había hablado y tú Rafael de su delicado estado último de salud. Y que realmente ya había vivido muchas veces su muerte debido a la vida que llevaba desde su nacimiento. No sé , no habrá día que no piense en ella, ahora sí lloro, ahora sí la extraño, pero sé que ella está mejor donde está. Paradojas de un agnóstico, Rafael. Pero hoy sí puedo afirmar que la desazón que siento sé que no es por Silvia sino por Carmen Eguren, por Begoña Luna, por sus padres… Qué difícil estar nosotrosaquí y ella allá.

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