miércoles, 3 de julio de 2013

GRACIAS A NOELIA GONZALEZ POR ACORDARSE DE NUESTRA HIJA PAULA Y PRESTARNOS UN POCO DE SU TIEMPO AL ESCRIBIR ESTE ARTICULO PARA EL FACEBOOK.


Cuando tienes un niño pequeño descubres un mundo entero de miedos horribles. Le ves crecer, le ves hacerse más personita cada día, y siempre, latente, te sigue el pánico de que algo pueda pasarle, algo que limite sus posibilidades de ser feliz. Amor y miedo, y un ser pequeñito que depende al principio totalmente de su entorno, de los adultos que le rodean.

Hace ya un tiempo conocí por aquí a Satur. De él destacaba su vitalidad, su afán de justicia. No fue sino hasta más tarde que supe que le acompañaba la historia terrible que todos los padres evitamos imaginar.

Satur (carpintero) y Merche (delineante, aunque ahora no trabaja para dedicarse a su hija) son papás de dos niños. La pequeña, Paula, nació con un síndrome que hacía que requiriera un tratamiento especial. Más allá de seguir ese tratamiento, Paula viviría de manera completamente normal.

Cuando tenía cuatro meses y medio hubo que practicarle una gastroctomía y colocarle un catéter. Lo que parecía un trámite sencillo, tras una serie de aparentes errores y actuaciones fuera de protocolo, derivó en que para Satur y Merche ese terror del que hablaba antes se hizo realidad, y Paula volvió a casa con una parálisis cerebral y un montón enorme de posibilidades destruidas.

El historial del suceso, que podéis conocer a través de la páginahttps://www.facebook.com/SosJusticiaParaPaula en mi opinión, es claro, y evidencia que hubo cosas que se hicieron muy mal. Empezando porque los protocolos están para cumplirlos, para paliar que todos somos humanos y cometemos errores. Los protocolos evitan que esos fallos humanos puedan destrozar la vida de personas como Paula. En este caso no se siguió un sencillo paso, que hubiera cambiado todo lo demás.

Hoy por hoy, el caso de Paula está pendiente de sentencia en el TSJ de Madrid.

No puedo comprender, por más que me esfuerce, que en casos tan claros como éste parezca que la Administración Pública, la Comunidad de Madrid concretamente, tire balones fuera e intente eludir su responsabilidad, dejándolo todo en manos de sus empresas aseguradoras. Una persona, un trozo de papel.

Somos una sociedad, hemos de asumir entre todos los fallos de nuestro sistema que producen daño a cualquiera de nuestros ciudadanos, aunque sea un ser pequeñito, aunque sea solo uno. Porque no puede ser que con 4 meses un error te cueste todo, y lo único que haga la institución correspondiente es mirar para otro lado.

Un juicio. Una persona, que para la empresa aseguradora no es más que un número, una carpeta, un expediente que hay que ganar a costa de todo, afirmando cualquier cosa, lo que sea. Lo importante es ganar un expediente más.

Afirma la perito del seguro, tras reconocer que no se siguió correctamente el protocolo, que da igual seguirlo correctamente, porque da igual dejar a un bebé en hipoglucemia 5 minutos que dejarlo 2 horas y media. ¿Si tuviera la mala suerte de que le tocara al suyo, lo haría? ¿Le dejaría convulsionar 2 horas y media, porque, total, da igual?

Un daño así no puede quedar ignorado. No se trata de castigar la actuación, el error, sino de ser responsables como sociedad y asumir en grupo lo que corresponde. Que esa niña, esos padres, no queden desamparados. Que estemos unidos. Porque separados somos todos tan pequeñitos como Paula.

No puede ser que la Administración coloque al ciudadano que ha sufrido el daño como si fuera un enemigo. La CAM contra Paula. No puede ser. No pueden quedar los casos como este en un intercambio de papeles, en una guerrita entre abogados, en “a ver quién gana”, porque entonces, sí que da todo igual. Y cuando dejas a las personas sin nada que perder todo puede ir solamente a peor.

Miedos. Amar a un hijo es tener miedo, y, aún así, aún cuando el miedo se convierte en realidad, merece la pena amarle por encima de todo.

Tenemos que estar juntos ante la sospecha de injusticia institucional. Nos va la vida en ello, de verdad.

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