Para poder hacerte cargo de los demás es fundamental que tú, como encargado, estés bien, por lo que no debes descuidarte
Puede que en tu vida tengas a alguien a tu cargo: esa madre anciana, ese suegro enfermo o incluso un hijo con algún tipo de minusvalía al que debes atender cada día. El síndrome del cuidador es una realidad muy común que afecta a todas esas personas que tienen la importante responsabilidad de hacer la vida más fácil a otros y cuidar de cada una de sus necesidades.
Ahora bien, poco a poco, esa tarea acaba ocasionando una sobrecarga no solo física, sino también emocional que nunca debemos pasar por alto. El avance es muy lento, nuestro día a día está centrado en la persona dependiente y nos acabamos descuidando a nosotros mismos. Nos metemos por completo en el rol de cuidador y olvidamos “ser personas”.
¿Dónde está el término medio? ¿Cómo afrontar este tipo de situaciones tan comunes en nuestra sociedad? Hablemos hoy sobre ello.
El síndrome del cuidador, un peso que casi siempre recae en la mujer
Los datos estadísticos nos ofrecen una realidad muy clara: la responsabilidad de cuidar a la persona dependiente cae siempre sobre los hombros de la mujer. Es una tarea que se desempeña con amor y dedicación, ya que el vínculo afectivo y emocional está ahí, y nadie puede dejar de lado a ese familiar, a esa persona desvalida que necesita de nosotras para afrontar el día a día.
No obstante, en el momento en que la mujer adquiere el rol de cuidadora, suceden una serie de aspectos que hay que tener en cuenta:
- Casi el 60% de las personas que se ven obligadas a atender a un familiar dependiente en un momento dado, tienen que dejar a un lado su vida laboral.
- Ser cuidadora supone tener que estar pendiente de una persona las 24 horas del día.
- Es una tarea que se desempeña con cariño y con dedicación, de ahí que, en ocasiones, sea habitual que sientan ansiedad y que piensen que la persona dependiente las necesitan con urgencia o que no están siendo cuidados como merecen cuando se permiten un “pequeño descanso” o son sustituidas por unos días por otro familiar en dicha tarea.
- La mayoría de personas que adquieren el rol de cuidador no están preparadas. Ello supone que van a sufrir sobrecargas físicas al no saber cómo mover o trasladar al familiar dependiente, que cometan errores con respecto al cuidado o la administración de fármacos, de alimentación, de higiene, etc.
- Los cuidadores tienen una edad media que va entre los 50 y los 60 años, con lo cual, son personas que ya arrastran sus propias dolencias y limitaciones físicas.
- Se compagina el cuidado de la persona dependiente con la atención a otros familiares, como nietos, hijos…
- Los cuidadores acaban perdiendo sus instantes de ocio personal, sus aficiones. Su vida se convierte en un círculo del cual no puede salir y, día a día, esa presión física y emocional va causando estragos muy graves.
Síntomas de alerta del “Síndrome del cuidador”
Es habitual que el propio cuidador no llegue a ser consciente del debilitamiento emocional y físico que está sufriendo. De hecho, es muy común ver cómo el dependiente goza de un adecuado bienestar y una buena salud dentro de sus limitaciones, mientras que el cuidador ha adelgazado, sufre problemas de espalda, cansancio crónico, ataques de estrés y, muy habitualmente, hasta una depresión encubierta.
Veamos ahora los principales síntomas de alerta:
- Agotamiento físico y mental
- Problemas de sueño
- Cambios de humor frecuentes
- Cambios de peso muy acentuados
- Dependencia de calmantes y analgésicos
- Aislamiento social
- Dificultades cognitivas, como pérdidas de memoria, de atención…
Consejos para prevenir el “Síndrome del cuidador”
- Establece horarios donde dispongas siempre de varias horas al día para ti misma.
- Aprende a delegar en otros responsabilidades, es algo vital. El cuidado de una persona dependiente no debe caer en exclusividad en un solo individuo, así pues, establece acuerdos con otros familiares y, a su vez, con servicios sociales. Ello no significa que “quieras menos o que te despreocupes” de la persona dependiente. Al contrario. Cuentas con más ayuda y, a su vez, tú vas a encontrarte mejor para serle más útil a la persona. Recuerda que, si tú estás bien, ofreces lo mejor de ti misma, pero si estás mal, si tu ánimo está bajo, no harás bien tu trabajo.
- Infórmate sobre la dolencia o el problema de la persona dependiente que cuidas. Apóyate en profesionales que te puedan asesorar y ayudar para desempeñar bien tu función.
- Mantén siempre tu vida social, queda con tus amistades siempre que puedas. Cuida de tus emociones y de tu felicidad cotidiana.
- Realiza algo de ejercicio aunque sea suave y al aire libre, ya que es algo muy necesario. Sal a caminar todos los días, haz estiramientos en casa y cuida en especial de tu espalda.
- No dudes en pedir ayuda profesional cuando te veas saturada. No se trata de visitar los centros médicos o de servicios sociales únicamente por la persona que atiendes. Tú también eres importante y, su tú caes, lo perdemos todo. Busca ayuda cuando te sientas saturada, es algo vital.
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