lunes, 15 de agosto de 2016
Pequeñas curiosidades de la vida.
Hace unos días estuvieron con nosotros Alicia Petrashova y Dafa, un chico refugiado del Sahara que se ha venido este verano de vacaciones a casa de Ali.
En los días que compartimos con ellos, entre baños y risas, me di cuenta de un pequeño detalle que me dejó más que sorprendido.
Dafa, a sus 10 añitos y sin apenas hablar español, se había convertido en el niño de su edad que más había empatizado con mi hermano Juan Luis.
Y con empatizar no me refiero a interesarse por su discapacidad o a observarlo como si de un ser extraño se tratase, sino a tratarlo como a un igual.
Qué sorpresa ver como un chaval del Sahara, crecido en un campamento de refugiados, trate a mi hermano como a cualquier otro, sin juzgarlo por sus capacidades.
Dafa no se despegó de Juanlu en los dos días que estuvo con nosotros: le invitaba a bañarse, se hacían bromas mutuamente o se subía a caballito en su silla de ruedas. ¡Incluso me echó la bronca cuando le hice una ahogailla a Juanlu!
¿Por qué? ¿Educación, cultura, costumbre?
Curiosa anécdota sabiendo que los niños de hoy día están mucho más acostumbrados a tratar con personas con discapacidad que un joven saharaoui que simplemente ha venido a conocer un mundo un tanto diferente a lo que hasta ahora había conocido.
No hay duda que la vida siempre te da maravillosas sorpresas
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No es lo habitual, en los países musulmanes (como en España hace 50 años), a las personas con discapacidad o enfermedades graves se les oculta, y lamentablemente, son rechazados por la sociedad y parte de sus familias, pero como todo en la vida, tiene sus maravillosas excepciones.
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