Fue el primer europeo con síndrome de Down que consiguió una diplomatura universitaria. En 2009 rompió otra barrera al ser galardonado con la Concha de Plata, tras protagonizar la película 'Yo, también'. Ha escrito un libro ('El reto de aprender') y ahora Pablo Pineda (Málaga, 1974) busca nuevos retos. Hoy debuta como presentador de 'Piensa en positivo' (a las 11.30 horas, en La 2), un espacio que reivindica la integración social y laboral de los discapacitados.
- Ahora salta a la televisión...
- No me lo esperaba, como tampoco esperaba la película o el libro. La vida es un continuo reto, ojalá que vaya bien. Cuando me lo propusieron me veía capaz de hacerlo y eso es lo importante.
- ¿Qué le animó?
- El programa tiene un clarísimo mensaje social de superación e integración laboral. Me gustó la idea de hacer un programa así. Creo que es bueno que la sociedad se mentalice sobre estos temas, que se dé cuenta de que hay un colectivo muy amplio en España que quiere y tiene que trabajar. ¿Y dónde mejor que en un programa de televisión que lo ve tanta gente?
- ¿Seguirá en el mundo de la tele?
- Este mundo es muy complicado, igual que en el cine. Si miras las audiencias, que yo las miro, te das cuenta de que un día un programa tiene muchísima audiencia y otro día cae. Siempre tienes que estar pendiente de tu 'share', de la gente que te sigue... ¡Por Dios! (risas).
- ¿Le asusta el resultado?
- Miro las audiencias por 'hobby', pero ahora tendré que ponerme en ello más concienzudamente. Sobre todo con el dato del sábado. Da un poco de miedo, porque refleja la reacción de la gente.
- La 2 también emitió el 'reality' 'Con una sonrisa'
- Lo vi, aunque no entero. Ese tipo de programas están muy bien, ya es hora de que salgamos en televisión. Es una verdad que está ahí, no la podemos ocultar. Hay que hacerla visible apareciendo en programas, presentando... Eso llama mucho la atención de la gente y es lo que queremos, impactar.
- Si no fuera famoso, ¿hubiera encontrado más puertas cerradas?
- Se me han abierto puertas que nunca había tocado ni pensado que se abrieran. No creo que sea por ser famoso, sino porque soy una persona que ha nacido con estrella, que ha tenido un ángel detrás.
«Parecía Brad Pitt»
- ¿Le han puesto muchas piedras en el camino?
- Solo las justas y suficientes para seguir demostrando lo que valgo. He encontrado gente que no confiaba en mí y que me ha dicho que no podía, pero son las menos.
- ¿Existen todavía prejuicios?
- Prejuicios hay, porque la sociedad todavía tiene unas ideas... Aunque van cambiando, ojo, ya no es la misma que hace treinta años. Las cosas deben seguir cambiando, no podemos conformarnos con lo que se ha hecho. Hay que seguir eliminando barreras y prejuicios.
- Es un referente para los Down. ¿Siente presión por ello?
- Es una presión de responsabilidad, pero disfruto con ella. Sabes lo que tienes que hacer. Por fin llega un momento en el que hay que soltar lastre y decir todo lo que nos hemos callado durante años.
- ¿Nota el acoso de los fans?
- (Risas) Cuando me dieron la Concha de Plata ¡madre mía la que se formó! Pensé: 'Parezco Brad Pitt, me van a matar aquí'. En San Sebastián me di cuenta de que tenía fans. Gritaban mi nombre, me pedían fotos y autógrafos. Esa es la parte más bonita de esta profesión, el cariño de la gente.
- ¿Conserva la Concha de Plata?
- Sí, la tengo en mi casa de Málaga, en mi habitación, con todos los premios que me dan. Cada vez que veo la Concha me río porque al verla pienso: 'Hay que ver, quitarle la Concha a Ricardo Darín'. ¡Es que aún no me lo creo! Él deberá pensar: 'Anda que el 'hijo puchi' este, quitarme la Concha...'