JUEGOS PARALÍMPICOS
Richard Oribe se gana otro bronce
Su segunda medalla en Londres podría convertirse en su despedida de unos Juegos
09.09.12 - 02:07 -
Richard Oribe ganó ayer la medalla de bronce de 200 libre, su segunda en los Juegos de Londres, donde ya conquistó la plata en 100, y su decimosexta en los siete Paralímpicos que ha disputado. Oribe ganó su última medalla en la categoría S4. La victoria correspondió al mexicano Gustavo Sánchez, con dos piernas y un brazo amputados y la plata al francés David Smetamine, parapléjico.
Era la última de las cuatro pruebas que ha disputado Oribe en los Juegos de Londres y la que le valió en Pekín el oro y el récord del mundo, que conserva. Era quizás también la que cierra el ciclo olímpico de un deportista que llegó con 18 años y desorientado a Barcelona en 1992 y que es el más laureado nadador con parálisis cerebral en el movimiento paralímpico.
«Tiene más ansias de aprender», dice su madre, Rosa Lumbreras, y tanto Oribe como su entrenador, Javier de Aymerich, aplazan la respuesta sobre el futuro hasta que pasen los días y este atleta de 38 años que lleva muchos años cumpliendo las rutinas diarias del deportista de alto nivel decida si quiere seguirlas hasta los Juegos de Río de Janeiro o es tiempo de cambiar.
Aymerich, que lo conoció en 1996 cuando, impartiendo un curso de auxiliar de entrenador, uno de sus alumnos, vinculado a la entidad Aspace, le dijo que tenían un chico que había quedado campeón del mundo del que él no había oído hablar y al que no había visto en ninguna piscina. Lleva quince años acompañando a Oribe y le ha visto en el principio de la competición más apagado.
Las razones pueden ser variadas pero también Oribe ha querido siempre enseñar a niños con discapacidad a tocar el agua, atender las instrucciones, ponerse el bañador, tirarse a la piscina,... Quiere aprender, pero también está deseando enseñar y la natación paralímpica le exige mucha dedicación.
La historia deportiva de Oribe se inició cuando, como un 'niño profundo', ya mostraba una gran habilidad para los rompecabezas, para la observación. Y continuó en el centro de Aspace en San Sebastián, donde había una pequeña piscina y campos de juegos donde practicó especialmente el fútbol como portero. Un día lo llevaron a un campeonato de España de natación en Córdoba y asombró con sus marcas.
Tras aquellos primeros pasos, Aymerich y un grupo de amigos formaron un club, el Konporta, para dar cobertura a Oribe. El club tiene ahora trece nadadores, entre ellos Ander Romarate, que ha estado en Londres en sus primeros Juegos y participó ayer en la final del relevo 4x100 estilos. Y el entrenador movilizó recursos para prepararlo como un nadador discapacitado de élite.
Nacido en una familia de empresarios, Richard Oribe ha podido costearse los gastos que acarrea el deporte de alta intensidad. Había que pagárselo todo hasta que su amigo y compañero de habitación, Sebastián Rodriguez, que había ganado tres medallas de oro en Atenas, aceptó la felicitación del ministro Jesús Caldera pero le recordó que los atletas pagaban los costes. Aymerich, testigo de aquella conversación, cree que es el origen del plan Adop para la élite paralímpica.
Sus amigos íntimos, 'Chano' Rodríguez (bronce ayer) o Teresa Perales (oro y 22 medallas en su carrera), todos los que le felicitan estos días , las alegrías familiares y las distinciones, y también 350 días de entrenamientos al año, tres meses de tres sesiones diarias de piscina y gimnasio como preparación olímpica...
«Me sabe a oro»
Richard era un hombre feliz con la décimosexta medalla en su carrera, una cifra que ayer alcanzó su amigo Sebastián González y que también posee la atleta Puri Santamarta. Por encima de ellos, Teresa Perales que ayer consiguió un nuevo oro y lleva ya 22 medallas Paralímpicas.
Oribe comentó tras este nuevo éxito: «el bronce me sabe a oro. He estado controlando a mis rivales y me he quedado muy cerca de la medalla de plata. Me he encontrado bien en los primeros cien, pero en los segundos me ha costado mucho y he tenido que apretar los dientes para llegar al final. Estoy feliz. Me he divertido y he podido apoyar a mis compañeros». Oribe se va de Londres con dos nuevas medallas y un dilema sobre la dirección de su vida.
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