«Estamos muy lejos de la integración real y efectiva», afirman los miembros de Gielmar. La nueva asociación, abierta también a personas sin discapacidad, se presenta mañana en San Sebastián
30.01.13 - 00:19 -
Aitor Fernández es ingeniero informático, «con la carrera terminada, que mis buenos ocho añitos me costó». Maier King y Raúl Oteiza son diseñadores gráficos. Malen Fernández de Larrinoa se ha formado en quiromasaje y drenaje linfático. A Andrés Francia los estudios nunca le motivaron demasiado, pero podría hacer muchas cosas. Tienen entre 27 y 38 años y por su edad les podría corresponder una tasa de paro de en torno al 25%. En su caso, sin embargo, esa tasa llega al 100%. Después de haberse esforzado lo que no está en los escritos por lograr una capacitación profesional más que suficiente, ninguno de ellos tiene trabajo.
¿Será puro capricho estadístico, o será porque Malen es invidente y Maier, Raúl, Aitor y Andrés se mueven en silla de ruedas? Ellos tienen clara la respuesta: «Si eres discapacitado, encontrar un trabajo digno es misión imposible». Ésa es justamente una de las razones -tienen muchas- que llevaron a fundar la asociación Gielmar (Gipuzkoako elbarriak martxan/Discapacitados de Gipuzkoa en marcha). Los cinco integran la junta directiva de la asociación junto con Claudia Vallejo, que según los cánones establecidos no tiene ninguna discapacidad. La presencia de Claudia en la junta tampoco es una decisión caprichosa; es el uno de los rasgos distintivos de una asociación abierta a todos, independientemente de lo rápido que corran y lo lejos que salten, lo bien que vean, lo fino que tengan el oído o lo rápidos que sean haciendo cálculos matemáticos.