viernes, 11 de marzo de 2016

Premio al esfuerzo extraordinario en la ESO

Un estudiante de Portomarín con parálisis cerebral demostró sus competencias a base de lucha diaria

lugo / la voz, 05 de marzo de 2016. Actualizado a las 17:13 h. 20
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«Es para nosotros un día importante, porque es algo muy merecido. Es fruto del esfuerzo de una persona resistente a la discriminación que no se dejó llevar por el yo no puedo». Son las palabras de Mari Luz López, la madre de Juan David Serrano López, después de que su hijo recogiese el premio extraordinario de secundaria a la superación y esfuerzo personal por no haber suspendido nunca. Juan David tiene 16 años y una parálisis cerebral que le impide caminar, escribir, agarrar y también le afecta al habla.
Reside con sus padres en Portomarín (donde su padre, Juan Serrano, es alcalde por el PP) y estudió en el mismo colegio que sus hermanos mayores, público y ordinario. Actualmente está matriculado en Nosa Señora dos Ollos Grandes, un instituto público de Lugo y según su madre, aunque el centro está masificado dispone de medios adaptados. Su hijo siempre dijo que quería ser comentarista deportivo, aunque él mismo se lo tomaba con humor diciendo que lo tenía «un poco chungo». Le gusta todo lo que tiene que ver con las humanidades, la historia y la organización política, asignaturas cuyos resultados son de sobresaliente.
Le apasiona el deporte. Es fan del Club Deportivo Lugo. Gastó 700 euros de sus ahorros en comprar acciones para ayudar al club en sus peores momentos. No le importaba la rentabilidad de la adquisición, lo que quería era aportar su granito de arena. «Me siento esperanzada. Fue duro convivir con la realidad de que nuestro pequeño tenía menos derechos que sus hermanos y escucharle decir cosas como 'mamá, los profesores piensan que soy tonto'», relata Mari Luz, quien ayer viajaba a Pontevedra con Juan David para participar esta tarde en un entrenamiento de bicicleta en Vigo.
Hace 16 años nació un sueño
Mari Luz manifestó que hace 16 años con Juan David nació un sueño. «Si a un niño le dices que no puede hacer algo, eso se llama robarle su sueño. Juan David no tenía derecho a tener sueños y su batalla, sin embargo, fue no rendirse y demostrar que podía lograrlos, haciendo lo mismo que los demás y dejándose medir con pruebas estándar que no estaban pensadas para él», relató quien añadió que a ese perjuicio de poner distancias tuvo que demostrar competencias a base de luchar.
Mari Luz dice que a veces la atención a la diversidad se entiende como una obra de caridad o justicia social cuando es un valor en si mismo: «La sensibilidad no es una ley que hay que cumplir. Juan David quería ser tratado con la misma dignidad y tener las mismas oportunidades. Si garantizamos eso tenemos un ciudadano, si no, tenemos a un dependiente». Juan David es luchador, curioso y necesita entender cómo es el mundo. Le encantan los retos y en condiciones limitadas forjó sus redes de amistades. Su mejor amigo se llama Borja, una amistad según la madre, buena para ambos. «Querían salir en el recreo y tuvimos que firmar un papel haciéndonos responsables. La presencia de nuestro hijo es enriquecedora, no es una obra de caridad. La diversidad funcional es una riqueza», concluye su madre.

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